Ayer a la tarde, al menos dos ambulancias esperaban su turno para ingresar a pacientes con COVID-19 a la Asociación Española. Más temprano, lo mismo ocurría en la Médica Uruguaya y en el Casmu. Las esperas se vuelven interminables para el personal de los móviles, que, debido al faltante “transitorio” de camas de Cuidados Moderados o de CTI para pacientes infectados, no tienen otra opción más que aguardar su turno.
La situación se hace más que evidente al recorrer cualquiera de las emergencias en Montevideo, en donde el personal asegura que “esto nunca se vio” en el sistema de salud.
María, una enfermera que trabaja en una ambulancia, contó a El País que ella y sus compañeros llegaron a esperar hasta 10 horas para que su paciente pudiera acceder a una cama en el sector de Moderados de un hospital. Lo mismo admitió, Julio, el conductor de una ambulancia que este fin de semana tuvo que esperar tres horas para ingresar a un paciente a un prestador privado.
Para muchos médicos, esta es la muestra más fiel de que el sistema de salud hace días que comenzó a mostrar los primeros signos de saturación, o “sobrecarga”, como prefirieron llamarle algunos. Un internista, que pidió no ser nombrado, explicó a El País que la situación es preocupante en todo el sistema, pero más lo es en el sector público.
De hecho, tres fuentes de la salud informaron a El País que recientemente la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) solicitó al personal de un móvil del Servicio de Atención Extrahospitalario (SAME) 105, que trasladara a un paciente desde Montevideo a San José porque en un determinado centro de salud no había más lugar. La misma orden llegó desde el organismo para que un infectado fuera llevado a Canelones.
Para el personal “las demoras son porque llegan más pacientes con coronavirus que antes”, pero también por el tiempo que lleva aislar una cama COVID-19 o sanitizar una emergencia móvil tras trasladar un paciente. El gerente de una mutualista, que a pesar de las denuncias negó demoras en su emergencia, admitió que en algunos casos, sí hay esperas de hasta cinco horas para “subir” un paciente a una sala de internación.
“Hay que limpiar los cuartos, ordenarlos, y después de eso tiene que venir el camillero y subirlos, pero cama por ahora hay”, señaló el directivo.
Atención de consultas
Las demoras en atender a los pacientes que consultan sospechosos de COVID-19 aumentaron hace 15 días en el sector público. Incluso, una fuente que trabaja en SAME, contó a El País que “en muchos casos no se pueden atender todas las consultas”. De hecho, hace unos días, la central de operaciones no pudo atender buena parte de las más de 900 llamadas que aparecían en la pantalla central de la mesa, contaron.“Esto es así, por momentos todo acá colapsa”, sentenció la fuente. Al ser consultada sobre las esperas que tienen los móviles de SAME, el informante indicó que hubo casos en los que los móviles esperaron siete, ocho y hasta 10 horas para ingresar a un paciente.
Representantes de las empresas de ambulancias, por otro lado, indicaron que a pesar de la situación en las puertas de emergencias, hoy “no están sobrecargados” los códigos de llamadas que no son por cuadros de coronavirus.
Fármacos para CTI están “en vías de agotamiento”
“Hay fármacos sedantes que están en vías de agotamiento”, advirtió a El País el presidente de la Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva (SUMI), Julio Pontet. El gobierno está al tanto de esta situación y por estas horas se analizan tres posibles medidas: intervenir la distribución de los medicamentos necesarios para los pacientes con COVID-19 que están cursando la enfermedad en CTI, comprar fármacos en el exterior, y limitar las exportaciones de laboratorios uruguayos que los producen.Los medicamentos más utilizados en las salas de cuidados intensivos son el psicofármaco Diazepam (el que en algunas instituciones por falta de stock ya debió ser sustituido por el Midazolam), analgésicos como fentanilo y morfina, y atracurio, un paralizante muscular que entre otras cosas se utilizan para que los pacientes entubados no se arranquen los tubos.
“Son drogas que usamos siempre. Lo que pasa es que esta situación se sale de la norma y su cantidad de uso es mayor”, explicó Pontet. En tanto, Arturo Briva, que es intensivista pero además forma parte del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), manifestó a El País que “en varios (centros de salud) ya hay faltante”. Agregó que “en todos se está haciendo contingencia porque las fechas de los laboratorios para entregar (más fármacos) son difíciles de concretar y el consumo crece diariamente por la cantidad de pacientes que van ingresando”.
Pontet dijo que la SUMI ya alertó al Ministerio de Salud Pública (MSP) sobre la situación. La semana pasada el director de la Junta Nacional de Salud (Junasa), José Luis González Machado, adelantó a El País que se estaban buscando nuevos proveedores en el mundo para poder garantizar el stock necesario para las próximas semanas. Vuelto al consultar, el jerarca se excusó de hacer declaraciones puesto que está de licencia médica por estar cursando COVID-19.