En la lista anual de The New York Times sobre los 52 destinos sugeridos para el turismo, los Esteros correntinos del Iberá aparecen, y en un lugar especial: está en el top ten.

Esta vez, el ranking tiene algo innovador: “Este año analizamos los lugares donde los visitantes pueden ser parte de la solución a problemas como el sobreturismo y el cambio climático”.

Hace un año, con los viajes paralizados por todo el mundo, la publicación se dirigió a los lectores para preguntar sobre los lugares que los habían sostenido en los días más oscuros del encierro. Esa lista incluía lugares tan variados como fantásticas formaciones rocosas de colores en la India y una humilde iglesia de ladrillos en el sur de Londres.

Este año, la mirada de Times Travel dio un giro y tituló su lista “52 lugares para un mundo cambiado”. “Se está produciendo un cambio profundo en la comprensión mundial del cambio climático y la rapidez y el grado en que ya estamos viendo sus efectos”, explica el diario.

El diario lleva a la reflexión de cuán “frágil es realmente nuestro mundo” y pone en cuestionamiento la forma en la que hacemos turismo. Y arroja un dato interesante: la industria de viajes es responsable de entre el 8 y el 11 por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, según el Consejo Mundial de Viajes y Turismo.
Espacio correntino
Este planteo reformula la selección de este año, y es por lo que los Esteros del Iberá cobran una relevancia sin precedentes en el ranking del prestigioso diario neoyorquino, en el que figura sexto.
“Hace veinte años, esta reserva en la región norteña de Corrientes en la Argentina no era tanto un parque como pequeñas parcelas de desierto rodeadas de ranchos ganaderos”. La publicación cuenta cómo en ese tiempo, la zona cambió por completo gracias a la fundación Rewilding Argentina, creada por el cofundador de North Face, Douglas Tompkins.
“Hoy, el Parque Iberá es uno de los más grandes de Argentina, hay cerca de 2 millones de acres de praderas, lagunas, islas y humedales protegidos, y un santuario para grandes poblaciones de animales. La fundación ha salvado de la extinción a decenas de especies aquí, en particular jaguares, osos hormigueros gigantes y nutrias de río gigantes, y se ha convertido en un refugio para venados de los pantanos, lobos de crin, ñandúes, aves de pastizales y los apropiadamente llamados, y en peligro de extinción, tiranos de cola extraña”, escribe Danielle Pergament para la publicación.
Fuente: La Nación