Es así que se destacó la carta que una de sus exalumnas, Marianela Medina, le dedicó a la profesora de biología, donde menciona las vivencias que marcaron su paso por la escuela y las enseñanzas que la docente dejó en sus estudiantes.
De esta manera, Marianela narró que: “Un día Fabián Torales agarró el libro de actas y puso Teresa Gallina en donde iba Galli. Lo mismo con el profe Pérez. Obvio que le agregó Gil. Ese día se pidieron amonestaciones colectivas para todo 8vo 5ta porque si algo no es el adolescente por naturaleza es buchón. Todos estaban enojados con nuestra división. Nos decían problemáticos, quilomberos y entre ese rejunte de docentes embravecidos, Galli acotó que era una "zoncera, una pavada". Aunque después nos retó aparte y con su voz un poco áspera y campera nos dijo "gurises grandes, che, debería darles vergüenza ese chiste de primaria". Al final lo terminó convenciendo al Cheto, así le decíamos al director, y a Marturet, el vice, que era una chiquilinada de adolescentes.
La profe Galli nos retaba como una madre permisiva o una tía compinche. Nos reprendía pero se reía. La profe Galli nos hacía estudiar una bocha pero nunca era aburrido. Buscaba ejemplos cancheros para explicarnos el Reino Fungi en un asado o las fases de la mitosis en una frase picaresca como: "Prometo meterla a Ana en el telo" (profase, metafase, anafase y telofase). Ya pasaron más de diez años y todavía me acuerdo de esto.
El día que la tuvimos por segunda vez, nos paramos todos al lado del banco y la aplaudimos. "Pero son, che, me hacen poner colorada". Fue la primera vez que vi semejante bienvenida a un docente y eso que Galli nunca escatimaba el grosor de sus contenidos. Nos daba con todo y así mismo la esperábamos con aplausos y risas.
A Galli la tuve por tercera vez en el 2010. Llegó y dibujó el Aparato de Golgi en el pizarrón. Se paró en el medio de toda la clase, nos miró con ternura de madre y nos dijo que ese año íbamos a dar Educación Sexual Integral a escondidas porque en la escuela le hacían alto quilombo si se enteraban. Todos los días La Tere o Galli dibujaba una célula distinta. Mentía por todos nosotros para darnos lo que correspondía pero que la institución tenía miedo. Lo que poco sabía Comercio 1 que los ovarios de la Tere eran tan enormes como la tristeza que hoy sentimos tras tanta tragedia. La Tere Galli nos enseñó de métodos anticonceptivos, preservativos femeninos, poner forros en un pene grande de madera y respondió cada consulta e inquietud sin dramas. Fue nuestra Sex Education del Litoral. Fue nuestra Otis o nuestra Doctora Jean, pero mejor porque nos decía gurises con esa ternura que solo ella. Galli nos enseñó y nos protegió como una madre. Por eso hoy somos un poco huerfanos. Personalmente, estos tipos se llevaron mi referente. Ando un poco perdida pero con la idea clara que algún día espero ser la mitad de lo que fue la profe Galli.
Hoy me quedan una bocha de cosas por decirle, profesora, como que enero estuve apunto de mandarle un mensaje para contarle que estoy escribiendo un libro. Uno bien adolescente con estudiantes que en pleno 2008 tienen una profe que a pesar de todo se anima a darles ESI. Yo quería pedirle permiso para ponerle su nombre. Ahí van mis ganas. También para contarle que en cada clase ideal que me piden en el profesorado yo siempre la pongo de ejemplo. Gracias por tanto amor y perdón por no animarme. La Galli del 2010 me hubiera dicho que eso no es típico de mi pollo. Mi pollo como me decía usted siempre que le trabajaba en clase”.
Es así que, en la publicación, Marianela se despidió con un “buen viaje, profesora, increíble lo que se la quiere y lo que se la va a extrañar”.