En ese marco, el Ministerio de Economía y la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) están “trabajando” precisamente en un esquema para que el impacto no sea tan fuerte, se divida en varios meses y que no se traslade de lleno a la inflación, mientras se sostiene la recaudación fiscal.
Entre enero y mayo, la recaudación de los impuestos a los combustibles sumó $ 525.858 millones, un 192,2% más que en los primeros cinco meses del 2023. Con estos ajustes, el Gobierno busca sumar ingresos por el equivalente a unos 0,5 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB) o casi 3.000 millones de dólares, el 10% del total del ajuste que persigue el presidente Javier Milei para este año, publica Clarín.
Adicionalmente a lo que será el salto en los precios de la nafta y el gasoil, las petroleras también miran sus propias cuentas y observan que hay un atraso o brecha entre los valores locales de ventas de los combustibles y la “paridad” internacional que ronda el 11% al 13%.
Esos márgenes los buscarán recomponer progresivamente hasta fin de año, a medida que desacelere la inflación y se reactive la demanda. En abril, de acuerdo a los datos de la Confederación Argentina de Trabajadores y Empleados de los Hidrocarburos, Energía, Combustibles, Derivados y Afines (CATHEDA), las ventas de combustibles en general cayeron un 8% interanual, mientras que en las estaciones de servicio se derrumbaron 13%.