María del Carmen Torriente Moreno, de 46 años, vino a Argentina el 17 de junio de 1996, en este 2014 se cumplieron 18 años de salir de la isla. Vino sola, buscando el sueño de estar mejor y trabajar.
En una charla con Diario Rio Uruguay, María , más conocida “La Cubana”, contó una breve reseña de su llegada y admitió que “hay cosas que cuando las cuento se revuelve todo en un cúmulo de tristeza”.
Al principio llegó a Concordia como empleada doméstica y si bien María aclaró que “no es ofensivo trabajar de eso, fueron años de mucho maltrato y desolación”.
“La Cubana” cuenta que “hay personas que te roban tus sueños y caes en la depresión y la angustia. Ahí aprendí lo que era está mal”. Pero por otro lado, remarcó que “yo soy muy creyente y siempre en los peores momentos estuvo Dios delante”.
Durmió en una plaza, pero después de todo lo malo hubo un despertar en su vida, su amiga y hoy ‘comadre’ le dio un techo y un plato de comida, "ese fue el momento y el puntapiés para comenzar de nuevo", recordó.
En la casa a la que llegó buscando una vida mejor, María dijo haber perdido la posibilidad de regresar a Cuba porque sus papeles y toda su documentación “la habían escondido” para que no hiciera nada. Cuenta que, “por eso tuve que esperar 5 años para poder regresar a ver a mis familiares y estando fuera de tu país pierdes todo, los afectos y los amigos”.
A pesar de todo, María salió adelante gracias a la genética que la ayudó y pudo trabajar de modelo, lo que le posibilitó ganar dinero trabajando duro y viajar a Cuba.
De ese viaje de reencuentros, María tiene grabado en su memoria “el deterioro de mi padre y la angustia marcada que vi en su rostro por dejar de verme durante 5 años”. En ese momento, “sabía que su vida estaba al límite. Pero Dios me dio la posibilidad de ver su rostro otra vez”, agradeció. Años después su padre fallece y ella no pudo viajar a su funeral.
En el momento de su partida hacia Argentina María dejó en Cuba a toda su familia, sus hermanos, tíos, sobrinos, menos su madre que ya había fallecido.
Sobre sus amistades en la isla, María cuenta que “todos se querían ir y así fue. Mis amigos algunos murieron tratando de cruzar el mar para llegar al ‘sueño americano’”, y recuerda que “algunos inmersos en su desesperación se fueron a trabajar como yo de cualquier cosa y algunas amigas fueron a parar a prostíbulos en Europa”.
Destino Concordia
A María Torriente se le presenta la oportunidad de emigrar a Concordia mientras trabajaba en un hotel de Turismo de Salud que hay en la Isla. “Vengo a esta ciudad porque cuando salgo de Cuba, las personas que me invitaron viven aquí y decidí echar raíces”. Además, “es mas o menos igual que donde vivía yo en Cuba. Una ciudad mitad pueblo y mitad ciudad con esa tranquilidad de pueblo del interior”. A su vez, “La Cubana” contó que “cuando salí no sabía cómo era el lugar, ni adonde venía hasta que llegue y lo conocí”.
Al ser consultada por su oficio en Cuba, María señaló que “en el año 1996 trabajaba en un hotel de turismo de salud. Yo soy Licenciada en Turismo Internacional y en ese lugar conocí a las personas que me invitaron a venir. Ellos fueron a la isla por un tratamiento de artrosis degenerativa y se hospedaron en el hotel donde yo trabajaba”.
Sobre la decisión de salir de la isla, María comentó que “durante el tiempo que (los concordienses) estuvieron ahí, yo los conocí y decidieron invitarme a venir a trabajar en su casa. Pues me subí al avión y lo tome como una aventura” y en este sentido, la cubana parafraseó “dicen que el tren pasa una sola vez, pues yo lo tome”.
A pesar de que “vine von mis dos títulos debajo del brazo, y con muchos sueños que se van derribando con el pasar de los años y vas integrándote y conociendo la sociedad, acá no conseguí trabajo de lo que estudie en Cuba”. En el presente, “a 18 años de estar viviendo en Argentina, nunca pude trabajar de nada de turismo y menos de enfermos, ya que no conseguí trabajo relacionado a ello”, indicó María.
Al deslizar la palabra integración en su relato, la pregunta fue inevitable ¿Te sentís integrada a nuestra sociedad?
María respondió muy segura, “Si, me siento muy integrada. Doy clases de salsa hace ya 10 años. Estudie Gestora del Automotor, trabajo mucho y todos los días y esa es la verdadera integración, cuando eres aceptada porque trabajas de sol a sol con los que nacieron aquí”.
Además, “me conoce mucha gente y no la pasó mal. Ayudo algunos comedores y cuando alguien necesita recaudar fondos por alguna causa, estoy ahí”, agregó con una sonrisa.
Al finalizar María reflexiona “la vida te da nuevas oportunidades”. Hoy ella está muy bien, tiene dos hermosas hijas y cada día su lema es “pelear hasta morir, no rendirse nunca y no abandonar su paso por nada, sólo háganlo si sus vidas corren peligro, mientras tanto, denle batalla a la vida”.
La cubana está convencida de que se puede y sobre todo que hay que estudiar y leer mucho, dice que “la lectura y el saber no ocupa espacio y evitas estar como yo, caminando ciega por una calle larga y sin rumbo”. Aún con estudios, hasta el día de hoy, María no puede creer como “me pasó de todo”.
Un concepto que siempre recuerda y trata de transmitir es “todos somos iguales y aunque tu cuenta de banco este bien llena, hay algo que no debes perder: la sensibilidad por el humano, y tu humildad, eso te llevará lejos”. Como muestra de su fe que la apuntaló en los momentos más difíciles María se despidió con “Dios te bendiga siempre”.
Producción periodística a cargo de Flavia Buttler, alumna de la carrera de Comunicación Social del Instituto del Profesorado Concordia