Norma Díaz cuenta cómo desde su niñez, junto con su familia, acompañó el camino que realizó su padre con el trabajo. Dejaron atrás la pobreza que vivió en su tierra natal para llegar a Concordia, donde se tuvo que adaptar a un nuevo ritmo de vida que le ofrecía la Capital Nacional del Citrus.
La familia Díaz vivió un tiempo corto en Asunción del Paraguay ya que se fueron a vivir a Encarnación. Sobre esa época Norma recuerda que “éramos tan pobres”. En el Bajo de Encarnación “caían dos gotas y se inundaba todo de un día para el otro entonces teníamos que sacar todas las cosas de la casa”, relata.
Su padre, Aníbal Díaz Núñez era médico radiólogo y su oficio fue el que los alejó de Paraguay. Vivían frente al hospital. Su papá había estudiado con el Dr. Gumbersindo Rojas que era anestesista y estaba trabajando en Mercedes (Corrientes). Entonces su colega le avisa a Díaz que necesitaban en el hospital un médico clínico, por eso con su familia decidieron ir a vivir a Mercedes por trabajo. Pero además por la política ya que ellos no pertenecían al `partido colorado’ y Paraguay estuvo gobernado durante 33 años por el dictador Alfredo Stroessner. “Todo aquel que no era partidario de Stroessner le costaba llegar más a los puestos públicos sobre todo”, comenta Norma Díaz.
En Mercedes, la pequeña Norma realizó primero y segundo grado de la escuela primaria y luego su familia se asentó definitivamente en Concordia, porque el Dr. Rojas, que se encontraba trabajando en la Capital del Citrus, nuevamente contacta al su padre, comunicándole que en la región de Salto Grande se necesitaba un médico radiólogo.
Sobe este último traslado la entrevistada cuenta que “nos vinimos con mi mamá y mi hermana a Concordia, crecimos acá, mi papá progresó mucho profesionalmente”. Estando en Concordia, “yo empecé tercer grado pero me bajaron a segundo porque no sabía nada”, narra Norma entre risas. En Mercedes había ido a la escuela pero como era un pueblo chico y “al ser la hija del médico me dejaban pasar de año”, acotó.
Al llegar a mitad de año a la ciudad a la familia Díaz se le complicó conseguir banco para sus hijas a ningún colegio. Finalmente consiguieron lugar en la escuela Dr. Diógenes José de Urquiza que estaba en calle Humberto Primo y “mi aula era una casilla de madera en ese momento”, describe. Norma resalta que “no sabes lo que sufrí, para adaptarme a estudiar de nuevo” y agrega que “para mí era todo más fácil, pero no sabía nada”.
Norma Díaz siguió con sus estudios primarios en la escuela Mariano Moreno y concluyó su formación en la escuela Nacional. Luego decidió estudiar magisterio en la escuela Normal y al recibirse de maestra“tuve que nacionalizarme argentina para poder trabajar en la docencia ya que yo estaba como residente”, recordó. Después pudo comenzar a trabajar en escuelas rurales y urbanas.
En su carrera docente, “volví a la escuela Choveta (Dr. Diógenes José de Urquiza) a trabajar como docente durante 10 años”, señala Díaz. Luego de 19 años renunció a la docencia para dedicarse a sus hijos y el negocio familiar.
En Paraguay tiene toda su familia y asegura que es complicado viajar, “hace tres años que no voy a visitar a mi familia” aclara la presidenta de la colectividad paraguaya, y destaca que “tengo buenos recuerdos de Paraguay”.
En su retrospectiva, Norma trae a colación que cuando terminó el secundario en 1979 se fue para empezar a sus estudios terciarios en su país natal, ya que quería estudiar óptica y su papá no la dejaba irse a Córdoba ni a Buenos Aires. “Entonces fui a Paraguay, donde había un curso y me quedé dos meses allá, pero no aguanté, extrañaba y decidí volverme”, explica la protagonista.
A su vez se acuerda que “me impacta el recuerdo que tengo de la pobreza que teníamos. El baño estaba afuera de la casa, y es algo que no puedo olvidarme jamás” y añade que, “si queríamos ir al baño teníamos que pasar por toda esa oscuridad.” En esa casa vivían con su hermana, mamá y su papá. Su mamá, Eduarda Villagra Crosta, trabajaba cocinando viandas para vender. Mi vida cambio por completo estando en Concordia”, reconoce Díaz. Estando en esta ciudad la familia Díaz pudo tener una casa propia y un auto. Norma recuerda entre risas que “cuando cobraba los primeros sueldos de docente en el Banco Bersa, pasaba por toda la peatonal y ya no me quedaba nada de sueldo”.
Al comenzar a trabajar en la escuela de General Campos, su papa le prestaba el `fitito’ (Fiat 600) para trasladarse, pero conoció a otras docentes que iban a trabajar a la misma escuela desde Concordia que le dijeron que con ese auto se iba a fundir y que no iba a llegar a la escuela. Entonces “me dijeron para ir a dedo”, relata la docente. Al ser muy joven, Díaz señaló que no le quería decir a su padre sobre su travesía porque sabía que no la iba a dejar. Así que iba en auto hasta la rotonda a la salida de Concordia, por el puente Alvear, donde dejaban el auto las otras docentes. Sólo iban en auto los días de lluvia, “7 años estuve haciendo dedo y mi papá se enteró después”, narra Norma.
Recuerda sus viajes para juntarse con su abuelo paterno, las fiestas, reuniones, primos, tíos. “Antes viajábamos tres veces al Paraguay, alguna fiesta de fin de año pasaba allá, semana santa y en vacaciones de invierno junto con mis padres”. Allí se desprende una anécdota que desnuda sus raíces, “cuando nos vamos de viaje y estamos en Clorinda, (paso fronterizo entre Formosa y Paraguay) desde el lado argentino, mis hijos me decían que ya empezaba a hablar como paraguaya. Es más fuerte que yo, porque escucho hablar con la tonada paraguaya y se me pega enseguida”, describe Norma Díaz.
Fiesta del Inmigrante – Colectividad Paraguaya
Actualmente, Norma Días es la presidente de la Colectividad Paraguaya de Inmigrantes Unidos de Concordia. En junio del 2014, Norma viajó a Encarnación (sudeste de Paraguay) a comprar la tela para el traje de la reina de la colectividad paraguaya 2014, “que es mi hija Agostina Bignotti Díaz” agrega orgullosa.
Contó que compró una tela típica paraguaya el `encaje ju’ que son manteles de coco para la parte de la falda, `aopoi’ para el corset y ‘ñanduti’ para las mangas del traje. Al respecto, explica que “tanto el ñanduti como el encaje ju se utilizan para camineros de mesas, manteles y yo lo hice vestido”.
La familia Díaz siempre asistió a los desfiles populares que organizan los Inmigrantes Unidos de Concordia, aunque no siempre participó desfilando. A partir del 2005 que “mi hija mayor fue reina de la colectividad participo constantemente”, añade Díaz. “Agostina (actual reina de la colectividad) era la que llevaba el cartel de la colectividad paraguaya en todos los desfiles desde chiquitita”. Norma reconoce que “me gusta mucho estar en inmigrantes y participar de todas las actividades que se realizan.”
Vínculo con los Programas Interculturales de AFS
AFS -American Field Service- es una organización apolítica sin fines de lucro que brega por la paz. “Este año estoy como presidenta de la organización de la sede de Concordia”, cuenta Norma. Esta organización empezó con los ambulancieros de la primera y segunda guerra mundial, “ellos veían que los niños quedaban sin familia y pensaron que la mejor manera de fomentar la paz es conociendo al otro”.
AFS transformó su actividad en 1947 hacia el desarrollo de programas de intercambio estudiantil entre distintos países con el objetivo de que el reconocimiento de las diferencias culturales que proporciona la inmersión en una sociedad distinta a la propia fuera la garantía de que no se produjesen más guerras. Es así como se crearon los primeros programas interculturales modernos.
Los aspirantes anotan 6 países con la prioridad de donde quieren ir de intercambio. Se rinde un examen de cultura general, después se pasa por varias instancias de charlas y orientaciones para empezar a involucrarse “así no se produce un shock cultural, porque existe”, dice Nroma. “Uno cree que somos todos iguales y no es así. Hay muchas culturas que no conocemos”, agregó.
Relató su desembarco en esta experiencia internacional, “me enteré por unos amigos y luego mandé a mi hija mayor de intercambio a Italia”. Además “fui varias veces familia anfitriona recibiendo chicos extranjeros”, narra la actual presidenta de AFS local.
Concordia recibió la visita de muchos chicos de países como Groenlandia, Austria, Estados Unidos, Alemania, Francia, etc.
E el marco de que este año se cumplen 100 años de AFS se realizará una jornada mundial, con asambleas, jornadas y talleres de capacitación en Paris, “yo viajaré con dos integrantes más en noviembre”, comenta Díaz.
Por último, Norma reflexionó “siempre hay personas extranjeras cerca mío”.
Producción periodística a cargo de Flavia Buttler, alumna de la carrera de Comunicación Social del Instituto del Profesorado Concordia