Nora y Hugo son un matrimonio de hace más de 40 años. Después de criar cinco hijos, y otros tantos nietos, decidieron que podían abrirle las puertas de su casa a más niños y se anotaron para ser padres temporales o familia de tránsito. En entrevista, contaron a Revista GENTE cómo fue este proceso, a cuántos niños han recibido y el duro momento que viven cada vez que los despiden.
En cada lugar varía el nombre de este programa del Estado. En Concordia, Entre Ríos, donde viven ellos, se llama “Familia de Abrigo”. En la Ciudad de Buenos Aires es “Acogimiento Familiar”, mientras que en Córdoba se llama “Familias para Familias”.
La situación es casi igual en todo el país: un organismo del Estado interviene en una casa por situaciones de violencia, abusos, adicciones y abandono, entre otras causas, y los niños que vivan allí son relocalizados, a veces por un tiempo, otras de forma definitiva.
-¿Cómo se enteraron de esta posibilidad de ser familia de tránsito?
-En la tele vimos una invitación del CoPNAF -Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia de Entre Ríos- a una charla informativa y fuimos. Era fines de noviembre de 2018. Lo habíamos hablado con mi marido y estábamos entusiasmados. Nos pidieron unos datos y unos meses después tuvimos una entrevista.
-¿Qué les preguntaron?
-Además de los motivos por los que nos anotamos, cómo era nuestra vida. Les contamos que nuestros hijos ya están grandes y estando los dos más solos, yo jubilada, con una casa grande y sin tantos gastos, podíamos afrontar el compromiso de recibir y cuidar otro niño.
De reacondicionar la casa para recibir niños a los primeros desafíos
Con la posibilidad más concreta de quedar seleccionados para ser familia de tránsito, Nora y Hugo acondicionaron su casa nuevamente para que sea habitada por niños y pidieron prestada una cuna y un cochecito. Pasaron casi 40 años desde los primeros pañales que cambiaron, pero la técnica seguía intacta.Al hablar de los motivos para anotarse, Nora muestra su fuerte espíritu de madre: “Es algo que siempre me movió. Siempre me interesó que los niños tengan todo el afecto y el cuidado que merecen… sobre todo así, chiquitos, bebés... que tengan todo lo que necesitan. Con Hugo, los dos somos muy guriseros -por gurises-. A él le encanta jugar con los chicos. Yo me enfoco más en el cuidado, en la atención, su salud”.
También remarcaron la importancia de un buen cuidado de los niños en esta etapa de su vida, de 0 a 2 años, para su desarrollo. “Es ayudarlos con una alimentación apropiada y mucho afecto en esta etapa en la que se juega su capacidad futura de pensar”, agrega Hugo.
“Yo me crié en un ambiente de gente muy carenciada. Así que conozco muchos chicos que han sufrido falta de afecto, mal alimentados. Ahora de grande lo veo mucho más. Eso a mí me angustia, me preocupa que los chicos vengan al mundo y no tengan un hogar que se merecen. Bueno, tal vez sea por eso que nos anotamos”, completa Nora.
-¿Cuándo llegó el primer niño y cuántos han recibido desde entonces?
-En junio de 2019 llegó Julieta. Tenía un mes y estuvo con nosotros casi cinco meses. Una gordita hermosa, súper tranquila. Tenía hermanos más grandes en un hogar, así que la llevábamos para que los visite y no pierdan el contacto. El más grande tenía consciencia de que tenía una hermanita, por eso era importante. Y desde entonces pasaron cinco niños, contando al que estamos cuidando actualmente. -¿Siempre se quedaron más o menos el mismo tiempo?
-No. Así como la primera estuvo cinco meses, el segundo estuvo sólo un mes. Depende la situación de la casa donde los sacaron. A veces es algo que puede “resolverse” en poco tiempo. En un caso, una tía decidió adoptarlo de forma definitiva. En otros, se inició un proceso de adopción, y pasaron varios meses más hasta que la Justicia les asignó nuevos padres.
Las situaciones de los niños que son llevados a familias de tránsito son diversas, pero en la mayoría sumamente difíciles. Así como varios son víctimas de casos de violencia y/o abuso, también se repiten casos de desnutrición, en muchos casos de la mano de retrasos madurativos y serios problemas de salud.
-¿Qué es lo más difícil que vivieron?
-Creo que lo más difícil es lo que estamos viviendo ahora con Mateo, que tiene muchos problemas de salud, creemos relacionados a la desnutrición. Él está hace un mes y medio con nosotros y lo estamos llevando a hacerse varios estudios médicos, pero aún no tenemos un diagnóstico completo. Por eso nos cuesta saber cómo ayudarlo. Todavía no sabemos si es algo que se puede revertir o no.
-¿Cómo es el momento de despedir a un niño o niña, cuando surgió la adopción o pudieron volver a su familia biológica?
-A veces cuesta y los extrañamos. Es un desprendimiento. Pero tenemos clarísimo que ellos acá están de paso. Nuestra función es cuidarlos, atenderlos y hacer todo lo posible para que ellos estén cada vez mejor. Y lo mejor que les puede pasar es que vuelvan con su familia de origen o vayan con una familia adoptiva, que los quiera y los cuide mucho. En muchos casos seguimos en contacto luego de la adopción y nos pone felices saber que ellos están felices con la familia que están.
Estando cerca de los 70 años, con el surgimiento de problemas de salud o dificultades propias de la tercera edad, surge la pregunta de hasta cuándo se puede ser familia de tránsito: “Supongo que en algún momento dejaremos de hacerlo. Estamos viejos ya. Pero no sé, después del anterior bebé pensamos que era el último, pero conocimos la historia de Mateo y no pudimos decir que no. Ya veremos qué sucede más adelante, y qué nos dice el corazón”.