Según la tradición católica, Miguel y sus ángeles
lucharon contra el Dragón en el cielo


En 1822, en Paraná se levantó la primera capilla en honor de San Miguel Arcángel, por iniciativa Antolín Gil y Obligado, en el mismo lugar (conocido como Barrio del Candombe o del Tambor), donde por muchos años los negros esclavos se reunían para festejar con bailes y cánticos.

Herencia de la tradición católica, esta devoción se remonta a los tiempos de la conquista española.

La cristiandad, desde la Iglesia primitiva, venera a Miguel como el arcángel que derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del cielo. Su nombre, de hecho, quiere decir “¿Quién como Dios?”.

Su devoción estaría ligada a la presencia en estas tierras de la Compañía de Jesús, la orden religiosa fundada en 1534 por Ignacio de Loyola, como una respuesta de la Iglesia Católica a la crisis religiosa planteada por el protestantismo.

La figura de arcángel -al que se lo suele representar con armadura de general romano, amenazando con una lanza o espada a un demonio o dragón- empalma con la mística de una orden que fue concebida como un ejército que debía militar contra los errores propalados, según la ortodoxia católica, por Martín Lutero.

 

El vínculo con Entre Ríos

 

La conexión de San Miguel con Entre Ríos se vincula a la presencia de una estancia jesuítica de ese nombre, establecida en el siglo XVII en la zona comprendida entre La Picada y Diamante.

En la Historia Eclesiástica de Entre Ríos, Juan José Segura sostiene esta tesis: “La devoción al que sería designado más tarde patrono de Entre Ríos venía de muy antiguo. La ciudad (de Paraná) estaba enclavada en lo que había sido la estancia jesuítica de San Miguel, donde parece hubo un oratorio dedicado al príncipe de los arcángeles”.

Ahora bien, ¿cómo es que San Miguel se convirtió en patrono de Entre Ríos?

Según refieren los historiadores, la devoción al arcángel compitió en su momento con la de Nuestra Señora del Rosario.

A tal punto la veneración estuvo dividida en la villa de Paraná que en 1823 el párroco Francisco Dionisio Álvarez tuvo la idea de llamar a los feligreses a una votación, para determinar quién sería el patrono de esa comunidad.

La elección se realizó el 1 de enero de 1825 en una urna colocada sobre un aljibe en el centro de la actual plaza 1° de Mayo de la capital entrerriana. Finalmente, la virgen fue elegida por mayoría de votos.

No obstante, los paranaenses no se olvidaron de San Miguel, y decidieron construirle un nuevo templo frente a la actual plaza Alvear.

 

Un segundo puesto con mayor proyección

 

Pero al arcángel, además, se le tenía reservado un mayor sitial: el del patronazgo entrerriano. Según cuenta Mario Alarcón Muñiz, en su libro “Entrerrianías”, ese privilegio fue producto de una iniciativa del presbítero José Leonardo Acevedo.

Delegado eclesiástico de Entre Ríos entre 1848 y 1858, Acevedo firmaba sus cartas y documentos con un sello que mostraba la imagen del santo y la inscripción: “Delegacía eclesiástica de la provincia de San Miguel de Entre Ríos”.

El entonces gobernador Justo José de Urquiza apoyó la petición del padre Acevedo y su respaldo fue decisivo, según cuenta Alarcón Muñiz.

“Mediante una bula pontificia de 1851, el Papa Pío IX –de buena relación epistolar con Urquiza- confirmó ‘a San Miguel Arcángel como especial patrono en toda la provincia de Entre Ríos en la América Meridional’”, relata.

Según refiere el misterioso libro del Apocalipsis, el último de la Biblia, donde se profetiza cómo será el fin de los tiempos, el arcángel Miguel, como capitán de las huestes de Dios, tendrá un papel decisivo en una suerte de guerra cósmica.

“Hubo un gran combate en los cielos. Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya lugar en el Cielo para ellos”, se lee allí.

Fuente: Diario El Día