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Además de conocer distintas culturas y hablar otros idiomas, los alumnos que transitan las experiencias de los intercambios culturales deben adaptarse a un ambiente diferente, hacer amigos nuevos, resolver dificultades y ver otras realidades, lo que influye sobre su visión del mundo y expande sus horizontes.

En su caso particular, Sol Riehme, ganadora de la tercera edición de la Beca José Francisco Merro y estudiante de intercambio de Concordia durante el periodo 2018-2019, reconoció que durante su experiencia conoció su vocación por la escritura, lo que le permitió plasmar en papel todo lo que estaba viviendo para así transmitirlo.

Actualmente, Sol se encuentra cursando el último año de la escuela secundaria y, desde la óptica de un adolescente, recurrió a la poesía para expresar sus sensaciones sobre estos tiempos tan especiales que el mundo está atravesando.
Este año no es lo mismo…
“No es lo mismo estar tan desconectados físicamente, medir nuestra distancia en metros.
No es lo mismo estudiar, sin el contacto y el calor de un aula de clase, sin preparar una presentación interrumpida frecuentemente por algún comediante frustrado, a quien las horas le parecían interminables.
No es lo mismo estar próximo a comenzar una vida universitaria, sin haber culminado el particular trayecto escolar.
No es lo mismo esbozar una sonrisa oculta tras un barbijo, a causa de las miradas raras ante un estornudo ajeno.
No es lo mismo que la sensibilidad intercultural esté limitada por fronteras imponentes, inundadas de utópicas ilusiones.
No es lo mismo que se incrementen los casos y se encojan los brazos. No es lo mismo sentir que la vida, tal como la conocíamos, esté pronta a desvanecerse.
No es lo mismo, pero aprendí.
Aprendí que la distancia no es sinónimo de olvido.
Aprendí que todos tenemos algún recurso o alguna expresión a flor de labios, que nos salva de la desesperación.
Aprendí que la felicidad se esconde en los pequeños detalles.
Aprendí que lo que nos inculcaron como una tradición y lo cotidiano ya expiró.
Aprendí que la diversidad es parte de nuestras vidas y que la mirada que tenemos que cuestionar es la nuestra, no la ajena.
Aprendí que a veces necesitamos de una crisis, para entender dónde estamos parados.
Aprendí que, quizás, es momento de pensar en por qué estamos traumatizados con elegir una carrera entre miles, con la incertidumbre del futuro aún cargada al hombro.
Que, quizás, este es un tiempo para repensar.
Repensar el verdadero poder de un abrazo, una risa, un mate o una caricia. Repensar que es el momento de usar las palabras para sanar y no para seguir hiriendo.
De dejar de suponer, solo perdonar y seguir adelante…
Quizás es tiempo de enfocarnos en la esencia, y no en la apariencia. Quizás es momento de aceptar una nueva normalidad.
Quizás, ahora es el momento, porque mañana, no sabemos lo que la vida nos deparará”.