Realizadas unas preguntas de rigor, tales como hacia donde se dirigían y el parentesco entre ellos, los efectivos denotaron cierto nerviosismo en el conductor, acompañado de respuestas incongruentes y balbuceantes, razón por la cual se decide realizar un control más riguroso. Para ello, se utilizó al can antinarcóticos "Jana" en primera instancia y luego al can "Gringa".
Los perros entrenados marcaron la posible presencia de estupefacientes en lo que sería el interior del rodado, más precisamente en el torpedo.
Con las precauciones del caso, se pone a resguardo a los ocupantes del rodado y tras la llegada de personal de Toxicología de Chajarí, se logra el decomiso de 31 kilos de marihuana.