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En inmediaciones de calles Primero de Mayo y Rivadavia la recordarán, tanto como los animales que acostumbraban a seguirla detrás del alimento que siempre ella les llevaba. Cual San Francisco de Asís, palomas, perros y gatos la seguían detrás del alimento que iba dejándoles. Los bancos de la catedral San Antonio de Padua también atesoran sus diarios momentos de oración.
Pesar en el Instituto de Profesorado “Concordia”
El Instituto de Profesorado “Concordia”, que transita su aniversario 60, la recordó especialmente. Allí pasó interminables horas tanto en sus aulas (como en la secundaria, el Bachillerato Humanista Moderno) como entre los anaqueles de la biblioteca “Cándido Etcheverry”, a la que también donó varios volúmenes.

“Comunicamos la triste noticia del fallecimiento de quien por muchos años fuera Docente de nuestra Institución, María Emma Garat”, escribió la profesora Viviana Popelka, rectora del Instituto de Profesorado “Concordia”.

“Rezamos por su descanso eterno. Profesora de Filosofía con todas las letras. Estudiosa y muy generosa para compartir su sabiduría”, afirmó la docente que conduce actualmente la mencionada casa de estudios que, además, compartió dos semblanzas escritas por exalumnas y colegas de María Emma, tal como era conocida en el ámbito educativo.
El adiós de sus colegas
La profesora Stella Fernández, vicerrectora del IPC, enfatizó que “su modelo de enseñanza supo integrar aquello que se pretende de su docente: personalizar su atención en cada alumno, ya que siempre insistía en que todos puedan comprender que la filosofía es algo de todos los días. Dedicación full-time en su clase, lo que implicaba que su preparación y compromiso se extendía fuera de las paredes del IPC.

Dotada de una sabiduría prodigiosa, proveniente de una preparación de primera mano con los autores que ella misma se encargaba de dar a conocer. Actualizada en todo, con noticias y teorías que pululaban en el universo. Este universo, que muchas veces le quedó pequeño ante tanto conocimiento.

Su generosidad se hizo inmensa, en especial con los alumnos que cursaban Seminario, en el último año de la carrera de Filosofía. En ella su don se vestía de anfitrión, porque si no alcanzaba el tiempo en el aula, en el pasillo o biblioteca del Instituto, ella se hacía un lugar para continuar en el living de su casa. Allí además de una veintena de libros, nos deleitábamos con algún sabor que ella convidaba. Si, así ella donaba su tiempo, hoy tan valioso, su saber y orientación para poder cerrar nuestra preparación.

Compromiso con el ser docente y su eterna preocupación en formarnos críticos, con argumentos sólidos, y con corazón humilde como ella nos enseñó.

Descansa en paz, su legado por decisión de ella supo mostrarse a generaciones de docentes.".

Otra de las colegas que le dedicó unas sentidas palabras fue la profesora Araceli Ortiz, que remarcó que “María Emma es una persona generosa en todos los sentidos. Lo fue como profesora, explicando los temas muchas veces y de diferente forma. Pero sobre todo compartiendo el conocimiento, no guardando nada para ella. Una actitud despojada de egoísmos y vanidades. Y con un gran respeto por sus alumnos, con quienes dialogaba mientras los formaba como docentes. Con capacidad de alegrarse por sus progresos y elogiar sus virtudes. También enseñaba con su fe religiosa que la practicaba con devoción sincera.

En lo material recuerdo que prestaba y regalaba libros a sus alumnos. Cuando le interesaba un libro, compraba dos iguales, porque uno era para leer ella y el otro para donar a la biblioteca del IPC.

Además, su conocida dedicación a los animales, los que amaba tanto como al conocimiento. Ellos eran sus compañeros de caminatas por las calles, perros y palomas. Y en su casa también los gatos.

Muchos tuvimos la suerte de tenerla como docente siempre, porque la considerábamos nuestra profesora, aunque ya tengamos el título. Era “la profesora” a la que recurríamos ante cualquier duda y problema en nuestra tarea docente.

Siempre teníamos y tendremos algo que aprender de ella. ¡¡GRACIAS MARIA EMMA!!"
Una reflexión de María Emma en 2012
En ocasión del jubileo del IPC, María Emma había sido entrevistada para el ciclo especial denominado “Instituto Abierto”. Entonces, reflexionó sobre lo que significaba cumplir los primeros 50 años de trayectoria como institución. “Es una oportunidad para una institución muy buena para redescubrirse, renovarse, afianzar el espíritu fundacional”, sostuvo.

Había dicho que también, el celebrar un aniversario (como en este 2022 que ya alcanzó los 60 años) es una oportunidad para “encontrarnos entre nosotros, excompañeros, exalumnos y exdocentes con las nuevas generaciones. Es una experiencia mutuamente enriquecedora”, destacó.
Fuente: El Entre Ríos