De esta manera, José Orlando Berta refleja lo que sintió al colgar los botines y empezar una “nueva vida”, tras dejar atrás una carrera que tuvo de todo: viajes, dinero, hoteles de lujo y el reconocimiento de miles de hinchas.
El correntino tiene en su haber 505 partidos en Primera División. Debutó en Newell´s en 1970 de la mano de César Luis Menotti. Tras ocho temporadas en la Lepra con el título de 1974 de por medio, fue comprado por el Boca Juniors dirigido por Juan Carlos Toto Lorenzo.
“Fui con una gran expectativa, pero cuando llegué me encontré con otro panorama. No era lo que yo creía porque me habían prometido que iba a ser titular si respondía a lo que ellos pretendían. Pero luego no me dejaron jugar. Así que preferí irme a Talleres en lugar de quedarme sentado en el banco de suplentes y robarle la plata a Boca”, recalca el ex volante central que vistió en 130 oportunidades la Azul y Oro durante dos períodos: el primero, en 1979 y el segundo, entre 1982 y 1984.
Tras su paso por el Xeneize, recaló en Talleres de Córdoba, pasó por el Racing de José Pastoriza, estuvo una temporada en Huracán Las Heras de Mendoza y se retiró a los 35 años en Gimnasia y Esgrima La Plata. Todavía, a sus 70 años, sigue despuntando el vicio de la pelota en el club Profesionales Universitarios de Concordia, donde reside junto a su mujer desde que se retiró en 1986.
“Siempre digo que el futbolista tiene que hacerse de dinero porque el fútbol es presente y después se corta. A lo último te aplauden 40 mil personas y te vas a tu casa, pero hay que estar bien rodeado de personas porque hay buitres por todos lados”, destaca el Cacique en un mano a mano con Infobae.
- ¿Qué es de tu vida, José?
- Estoy en Concordia, Entre Ríos; me radiqué acá. Tengo algunos negocios de monte de viga, eucaliptos y pino; nada más. Trabajo en la forestación. También, cuento con algunos campos. Vivo bien junto a mi familia.
- ¿Qué recordás de tu infancia en Corrientes?
- Bravísima, muy difícil. Uno no se da cuenta de todas las penurias que pasó hasta que conoce lo bueno. Yo no lo sentí viviendo en mi lugar de nacimiento, que es diferente al resto, hasta que llegué a Rosario y me di cuenta de que había otra manera de vivir la vida. Cuando tenía un año y ocho meses falleció mi papá, y nos quedamos a cargo de mi mamá. Éramos 10 hermanos y todos de clase muy humilde. Comíamos bien, aunque sea una vez por día. De grande me di cuenta de la pérdida de mi viejo. Mis hermanos mayores afrontaron la situación de la casa porque yo soy el más chico. Mi madre luchó día a día para sacar adelante a la familia, mientras yo me la pasaba jugando a la pelota. Ya de adolescente trabajaba de día y a la tarde me iba a entrenar al club de mi barrio.
- ¿A qué edad debutaste en Primera?
- A los 18 llegué a Rosario para probarme en Newell´s y a los seis meses debuté en Primera. Nací en Monte Caseros y me llevaron a probar al equipo rosarino. Me probaron durante 20 minutos y quedé en una institución donde hice una carrera muy linda durante ocho años, siendo siempre el capitán. Luego me fui a Boca, donde estuve un año bajo el mando de Juan Carlos Lorenzo. De ahí pasé a Talleres de Córdoba, a Racing de Avellaneda dirigido por José Pastoriza, volví a la T cordobesa, regresé al Xeneize, me vendieron a Huracán Las Heras de Mendoza y terminé mi carrera en Gimnasia y Esgrima La Plata. - ¿Cómo fueron esos 20 minutos de prueba?
- Antes se probaban así a los chicos. Se presentaban 200 y en poco tiempo seleccionaban los que más gustaban. Armaban varios equipos de 11 y tenías muy poco tiempo para destacarte. Debías aprovechar esos 20 minutos y era a suerte y verdad. Ahora, está todo más ordenado y se cita a los jugadores del interior para probarlos. A los 10 minutos de la prueba, el técnico Miralla me dijo: ‘Espéreme ahí que vamos a hablar’. A las dos horas, me pidió que vaya a hablar con el ex presidente, Federico Garrone, para que me fichara y le compraron mi pase a un club de Florida. Me fui a vivir a la pensión del club. Me acuerdo de que fui y reclamé que había ciertos desperfectos en la alimentación. Faltaban frutas, verduras y enseguida nos mejoraron las condiciones. Luego, estábamos muy felices del trato que nos dieron. Nos mejoraron todo.
- ¿Quién te hizo debutar en Primera?
- César Luis Menotti, contra San Lorenzo y empatamos 1 a 1. Se jugó el 4 de octubre de 1970. Llegué en enero de ese año a Newell’s y a los 10 meses estaba jugando en la máxima categoría. El Flaco te largaba a jugar y te convencía tanto de que eras bueno que no importaba qué rival tenías enfrente. No importaba si era el Santos de Pelé o Acassuso. Pero cuando te hablaba César salías a la cancha agrandado futbolísticamente y muy motivado; era todo un maestro.
- ¿Qué enseñanza te dejó Menotti como entrenador?
- Todo lo referido a la motivación en el fútbol. También, todo lo referido al trabajo y a lo que es ser parte de un vestuario. Pero, principalmente, la manera de motivarte y hacerte entender que eras bueno en lo que hacías. No hubo otro entrenador en la historia del fútbol como César. Él me quería muchísimo y yo a él. - Estuviste durante 8 años en el conjunto leproso. ¿Cómo se vive el fútbol en Rosario?
- Son muy apasionados por ese deporte, te diría más que en Buenos Aires. Yo jugué los clásicos de casi todas las provincias: River vs. Boca, Racing vs. Independiente, Estudiantes vs. Gimnasia, Talleres vs. Belgrano y Newell’s vs. Rosario Central. El Superclásico argentino es el más grande y popular del país, pero el clásico rosarino se palpita y se vive con mucho tiempo de antelación. Se siente más tiempo al ser más chica la ciudad y te vas rozando constantemente con el público de ambas hinchadas.
- ¿Qué balance hacés de tu paso por la Lepra?
- Fueron muy buenos años, excelentes. Dejé muchos amigos y fui parte de un grupo increíble en 1974 y todavía nos seguimos hablando. Integré el equipo que salió campeón por primera vez en la historia del club. Es lo más lindo que me dejó como futbolista.
- Luego de Newell’s pasaste a Boca. ¿Quién te llevó al xeneize?
- En el 79 tenía para ir a River, pero finalmente me convenía más ir a Boca porque estaba Juan Carlos Lorenzo como entrenador. Estuve un año y me vendieron a Talleres de Córdoba. Me compró Boca por mi rendimiento en Newell’s. Estaba Alberto J. Armando como presidente de la institución. Fui con gran expectativa, pero cuando llegué me encontré con otro panorama. No era lo que yo creía, porque me fueron a buscar para ser titular sí respondía a lo que ellos pretendían pero luego no me dejaron jugar. Así que jugué muy poco y recalé en Talleres. Como profesional, preferí jugar al fútbol en Talleres que estar sentado y robarle la plata a Boca. Yo quería jugar a la pelota en lugar de estar sentado en el banco de suplentes para ganar un poco más de plata.
- ¿Notaste la diferencia entre jugar en Newell’s y en Boca?
- Sí. En Newell’s salía jugando del fondo y es un club que le gustaba jugar más a la pelota con menos fricción. Estaban Picerni y Zanabria, con Santamaria adelante; era un equipazo. Pero Boca era distinto. Un equipo más de garra y huevo. A nivel de hinchada y popularidad, el Xeneize es más grande y mucho más apasionante que Newell’s, ni hablar en el sentido del respeto que te tenían por jugar de local en La Bombonera. Es distinto en todo.
- ¿Te respetaban más jugando en Boca que en Newell’s?
- No en ese sentido, sino que Boca te exige más porque sí vas ganando 2 a 0 estás obligado a seguir yendo hacia adelante. En cambio, en el conjunto rosarino vas 1 a 0 arriba y podés replegarte un poco más, no pasa nada. En River o en Boca si vas ganando 1 a 0 es como que estuvieras perdiendo porque no podés conformarte con tan poco; es una situación muy distinta al resto. En el Xeneize no era solo huevo, huevo, huevo porque contábamos con un plantel con grandes futbolistas como el Loco Salinas, el Loco Gatti, Mouzo…
- ¿Coincidiste con Maradona en ese club?
- Sí, estuve dos meses con él antes de que me vaya a Talleres. Éramos muy compinches porque Guillermo Coppola fue también mi representante, como también el del Gallego Vázquez, de Oscar Ruggeri y de Ricardo Gareca. Estuvimos muchas veces juntos con Maradona. Él me regaló la camiseta cuando yo jugué con Racing contra Boca en La Bombonera
- ¿Es cierto que Pelusa te pidió tu camiseta de Racing al término del partido?
- Sí, Diego me la pidió y yo no le pedí la suya. No podía creer que me la haya pedido y me preguntó: ‘¿Querés que te dé la mía?’ Y obviamente que la quería, aunque yo no era mucho de intercambiarlas. Jamás me imaginé que me iba a pedir mi camiseta. Me dijo: ‘Maestro, quiero tu camiseta’. - ¿Qué advertencia le hiciste a Maradona previo a ese partido?
- Yo lo conocía bastante. Le digo ‘gambetitas, cañitos y sombreritos conmigo no, Diego’. Y me contestó: ‘Pero nooo maestro, quedate tranquilo’. Así fue como lo marqué en zona. Era preferible ponerle dos tipos encima para sacarle la pelota, uno que lo marcara y el otro que lo esperara. En mi época me tenían cierto respeto y por más que fueras Maradona, no me iba a bancar que me hagan de todo.
- ¿La pasó mal estando en Boca?
- Si, la pasé mal con el Toto Lorenzo. El primer año sí, porque el entrenador no me cumplió lo prometido. Boca cuando fue a buscarme no cumplió lo que pactamos, de que iba a ser titular. Me dijeron que el Chapa Suñé no iba a jugar más e iba entrar en su lugar, pero finalmente no cumplieron. Cuando se lastimó Rubén, me pidieron que me quedara pero ya había tomado la decisión de irme a Talleres. - ¿Cómo fue tu relación con Coppola?
- Éramos amigos y él hizo mucho por mí. Cuando llegué a Boca, le tiré plata arriba de la mesa a Guillermo sin conocerlo para que sea mi representante. Luego, cuando estuve a punto de comprarme una casa, me faltaban 200 mil dólares y él puso el dinero para que la comprara. Cuando me da el dinero, le pregunto: ‘¿Cómo te pago si me pasa algo?’. Y me responde: ‘No te preocupes, vos sos mi amigo y si no podés pagarme, no me pagás más; no te hagas drama’. Esa es la relación que teníamos con Coppola, fijate vos.
- ¿En aquel momento hubo algún cortocircuito con la barra brava de Boca, puede ser?
- Una vez perdíamos como 5 a 0 con Temperley, el Abuelo (José Barrita) y toda la hinchada se fueron antes de que terminara el partido. Al finalizar, el relator José María Muñoz estaba transmitiendo y su hijo Carlos Alberto hacía el campo de juego. Yo era el capitán, me puso el micrófono y al preguntarme qué me parecía la actitud de La 12, le dije que ‘una vez que pagan la entrada por mí se pueden ir cuando comience o cuando termine el juego, no me afecta para nada’. Durante la semana, el jefe de la barra quería que me retractara.
- ¿Qué fue lo que hiciste?
-Jamás lo hice, es más, cada vez que podía ratificaba lo dicho. Entonces, se hizo una reunión en la Candela y a Barrita le dije: ‘Vos te hacés el malo porque andás con 10 pibes atrás tuyo, pero mano a mano no te la bancás’. Se armó un lío bárbaro. Los barras me dijeron que nunca más iban a corear mi nombre, ni a decir ‘huevo, huevo, huevo, Berta, Berta, Berta’. Yo les dije que hicieran lo que quisieran, que no iba a afectar en lo absoluto, pero a los seis o siete partidos ya todo volvió a la normalidad.
- ¿Cómo la pasaste en tu paso por Racing?
- Fue diferente. La Academia es la segunda hinchada más importante el país, es impresionante. La pasé muy bien. Jugaba con Juan Barbas y Juan Carrasco en la mitad de cancha, y de esta manera, terminamos terceros en el torneo local. Teníamos a José Pastoriza como entrenador, un amigo entrañable con quien coincidimos en Talleres y luego, me llevó a Racing. Un ser humano excepcional.
- ¿Qué tal era el Pato Pastoriza fuera de la cancha?
- Un hombre con muchos códigos. Un día, el Pato encontró en un cabaret de Córdoba a dos ex compañeros de Talleres antes de una semifinal con Huracán. Los perdonó. Y durante la charla técnica, el ex entrenador se paró adelante de todos y dijo: “Estoy orgulloso del plantel que tengo, más allá de que durante la madrugada se escaparon estos dos individuos a un boliche de Villa Carlos Paz”. No los mandó al frente con los dirigentes ni tampoco con el periodismo. Perdimos ese encuentro con el Globo, pero el Pato tenía muchos códigos como ser humano. La única condición que les puso a los dos futbolistas fue una importante multa económica para pagar regalos a bebés que iban a nacer del plantel. Pero ambos se enojaron con el técnico y casi me voy a las manos por defenderlo.
- ¿Qué les dijo a sus ex compañeros?
- “Ustedes creen que el Pato Pastoriza se va a preocupar si lo echan de Talleres. Es dueño de siete pizzerías La Gata Alegría por la avenida Santa Fe (Córdoba), tiene una empresa de agua mineral Sierra de Tandil, y debe tener un capital de siete millones de dólares. Y si ustedes no quieren jugar nos perjudican a nosotros, no a él”. José tenía códigos. En cambio, el Toto Lorenzo era capaz de salir en la radio a decir los nombres de estos dos que se fueron al cabarulo durante la madrugada, antes de un partido decisivo.
- ¿Al jugar en Racing sentiste la misma presión que hacerlo en Boca?
- La presión se la genera el futbolista. Yo no sentía presión, pero tuve compañeros que la sufrieron bastante. Yo conocí millones de jugadores que tenían grandes actuaciones en los entrenamientos y en los partidos no rendían. No podías creer que en la Reserva eran figuras y en Primera no. Yo hasta he visto jugadores que se volvieron del túnel. Se descomponían. He visto de todo, sí. Fui con varios equipos a jugar a La Bombonera y hubo ex compañeros que no pudieron salir al campo de juego porque no soportaban aquella situación y pedían el cambio en el túnel. Se empezaban a sentir mal por el solo hecho de pensar en pisar el campo de juego. Si sufrís presión de jugar al fútbol, no estás en condiciones de integrar planteles de la talla de Boca o River. Jugar en esos clubes no es para cualquiera. A mí no pasaba.
- ¿Por qué?
- Soy un agradecido a Dios y soy fuerte mentalmente; no me afectaba para nada. Tenía el cosquilleo de entrada antes de mover la pelota, pero luego nada más.
- ¿Te quedaron muchos amigos del fútbol?
- No tanto. Conocidos sí, muchos. La amistad es más difícil en el fútbol. Suelo hablar con el Chino Benítez, con Roberto Mouzo, con Mario Zanabria. En Rosario, con el Mono Berti, Chiche Garrido y Carlos Picerni, con quienes nos juntamos todos los años para festejar el bendito aniversario del título de 1974, el único que gané con Newell’s. Voy a las fiestas que me invitan, claro. El fútbol te deja muchas vivencias y anécdotas.
- ¿A qué edad te retiraste?
- A los 35 años. Antes era así pero ahora quieren estirarlo. No es fácil la retirada del jugador sí no te preparás. Porque te quedan demasiadas horas libres y debés salir a comenzar una ‘nueva vida’. Pasás de viajar, de estar en hoteles de primera y comer sano, de que te hagan de todo a que te dan la mano, te aplaudan todos, te dan una platita y te vayas para siempre. Y debés comenzar de nuevo a los 35 pirulos sin experiencia de la calle, de los negocios y de la vida misma. No es nada fácil. Yo tengo 70 y pasé toda esa etapa. Si cuando colgás los botines no estás ocupado con otros temas, sufrís bastante el cambio y debés contar con ayuda psicológica.
- ¿Sufriste cuando colgaste los botines?
- No me di cuenta del cambio, porque me metí de lleno en la forestación. Soy un agradecido eterno a Dios, soy muy creyente. No sufrí, pero te queda demasiado tiempo libre y debés ocupar la cabeza en algo, inmediatamente. Cuando te retirás del fútbol, la calle es un selva a nivel negocio, social, y si no sabés manejar el retiro y no ocupás tu cabeza en otra cosa, la pasás muy mal, anímica y económicamente. Encima, el fútbol te absorbe tanto tempo que descuidás a lo de afuera y podés llegar a perder a tu familia. Por eso te digo que no es fácil. Si no hiciste una buena posición económica, salís a enfrentar una realidad que es difícil. Por eso siempre aconsejo a los chicos que si no pintan para Maradona o Messi, tenés que estudiar. Inclusive, si terminás con un buen colchón económico, pero no estás bien rodeado, te vas a fundir, ya que hay buitres por todos lados.
- ¿Es importante saber rodearte de buena gente?
- Es fundamental. Y saber quién es el que está totalmente desinteresado al lado tuyo, para poder ayudarte. Eso te lo da la visión de escuchar a las personas. A mí, un loco cuando arrancaba a jugar en Newell’s me dijo: “José, vos lo que tenés que hacer es invertir en tierras o en departamentos. Y cuando te retirás, si querés agrandar tus negocios sabés que lo que ya invertiste lo tenés”. Por eso, hoy disfruto de lo que tengo.