Según contó la misma Antonella, sus primeros pasos los dio, en un principio, en el club Ferro, y que en las inferiores del Verde no había mujeres.
Con el correr de los años fue marcando la diferencia y mostrando el gran potencial que había por delante, entonces su familia tomó la decisión de apostar a esas cualidades deportivas y trasladar el entrenamiento a Concepción del Uruguay.
Esta decisión significa un gran esfuerzo, no sólo en lo personal para la joven basquetbolista ya que conviven en su vida el amor y compromiso por el básquet y sus deberes escolares, sino en el compromiso familiar que viaja dos o tres veces por semana a Concepción para que Anto pueda realizar sus entrenamientos.
Todo este esfuerzo tuvo su recompensa cuando la joven concordiense fue llamada para debutar con sus 15 años en primera división en el mítico estadio de Obras Sanitarias, con su club Tomás de Rocamora en la Liga Nacional de Básquet Femenino.
En diálogo con la joven contó que esos minutos de juego “me sentí muy feliz y traté de jugar con tranquilidad para aportar al equipo”.