"Hace bastante que tenía la idea de conocer al profesor Stiglitz porque tengo admiración por las personas que desde el conocimiento profundo de la materia se animan a divulgar una postura crítica frente al pensamiento único y este Premio Nobel es un caso en materia económica", dijo el mandatario entrerriano poco antes de partir a Nueva York.

"Vamos a conversar sobre la Argentina y sobre el mundo y sobre cómo disparar un capitalismo más ligado a lo humano", añadió Urribarri en un breve contacto con la prensa en Ezeiza.

Joseph Eugene Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001, es conocido por su visión crítica de la globalización, de los economistas de libre mercado (a quienes llama "fundamentalistas de libre mercado") y de algunas de las instituciones internacionales de crédito como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En 2000, Stiglitz fundó la Iniciativa para el diálogo político, un centro de estudios (think tank) de desarrollo internacional con base en la Universidad de Columbia (EE. UU.) Desde 2005 dirige el Instituto Brooks para la Pobreza Mundial de la Universidad de Mánchester.

Autor del libro “El malestar en la globalización”, publicado a mediados de 2002, abrió un debate sobre el gobierno de la globalización y sus instituciones y, en particular, sobre el Fondo Monetario Internacional (FMI). El número de ediciones del libro y las reacciones que ha suscitado sugieren que ese objetivo se ha cumplido. La defensa y ataque de los argumentos de Stiglitz se han convertido en un eje de la discusión más amplia sobre la globalización y sus consecuencias en el mundo.

El economista ha criticado los planes de ajuste fiscal y la creciente concentración del ingreso en los países centrales, y ha considerado que el euro desaparecerá si persiste la actual orientación de la política económica europea.

“La austeridad que aplican en Europa es un camino suicida, no estimula el crecimiento ni la creación de empleo y profundiza los déficit”, sentenció Stiglitz.

Para el Premio Nobel “La economía global enfrentará una profunda crisis y turbulencia por los próximos años debido a una mala filosofía económica, pero la buena noticia es que a América latina le fue muy bien en la última década. Aplicaron buenas recetas, creyeron en los estímulos fiscales keynesianos y diversificaron sus economías. Esas políticas les permitieron a países como Argentina y Brasil comenzar a mejorar la elevada desigualdad de ingresos. Tenemos que aprender de América latina”, expresó Stiglitz.