Cuarenta años después, Papetti tuvo justicia, con la condena de tres represores por el secuestro, la aplicación de torturas y el homicidio, acaecidos en marzo de 1977. Pero ha sido esta una justicia parcial, que deja algunas grietas y verdugos en la impunidad. Papetti estaba estudiando Geología en la Universidad Nacional de La Plata y militaba en la Juventud Universitaria Peronista, pero en abril de 1976 tuvo que volver a Concordia para cumplir con el servicio militar obligatorio. Tenía 22 años. Llegó a ser dragoneante y estaba a punto de recibir la baja cuando fue desaparecido.
El 16 de marzo de 1977 fue retirado de una formación, torturado en el Regimiento de Concordia y en una casa operativa que los militares tenían en las cercanías del lago de Salto Grande, luego trasladado a Paraná y torturado hasta la muerte en la Unidad Penal Número 1.
Por estos hechos fueron condenados tres represores. Gonzalo López Belsue, el militar que lo retiró de la formación, fue condenado como partícipe secundario de los delitos de privación ilegítima de la libertad e imposición de tormentos; Naldo Miguel Dasso, el jefe del regimiento, fue condenado como autor mediato del secuestro y las torturas; y José Anselmo Appelhans, el director de la cárcel de Paraná, fue condenado como autor mediato de la privación ilegítima de la libertad, imposición de tormentos y homicidio doblemente calificado por ser cometido con alevosía y haber sido cometido por dos o más personas.
Pero el caso no está cerrado. La jueza Beatriz Aranguren ordenó abrir una nueva investigación para determinar quién más intervino en el hecho y de los informes judiciales surgen otros nombres sobre los cuales se podría avanzar. Tal vez ahí haya una punta que permita desenrollar el ovillo, aún con las dudas que puedan generarse respecto de algunos documentos militares que podrían ser el origen a esta nueva investigación.
La punta de un ovillo, tal vez
Papetti había ingresado a cumplir con el servicio militar obligatorio en el Regimiento de Concordia el 20 de abril de 1976 y llegó a ser destacado como dragoneante, lo que le permitía volver por las noches a dormir a su casa.De allí salió por última vez el día 14 de marzo de 1977, a las cinco y media de la mañana, y ya no volvió. Primero se dijo que los soldados y conscriptos habían quedado acuartelados, pero a los tres días sus familiares supieron que Papetti había sido “arrestado”. El 21 de marzo, el jefe del regimiento, Dasso, recibió a la madre del conscripto y le dijo que Papetti había sido detenido por estar “comprometido con actividades subversivas” y que se había escapado mientras era trasladado a Paraná.
Aquella vez, el mayor Ramón Osvaldo Orieta, el mayor Osvaldo Antonio Larocca y el capitán Horacio Alberto Goris le confirmaron esa versión a Margarita Alegre, la madre del soldado.
En su declaración ante los tribunales militares, en 1985, Dasso señaló al teniente primero López Belsue como la persona que realizó la “detención” del conscripto por órdenes de Juan Carlos Trimarco, el jefe de la represión en la provincia. Entonces dijo que designó a López Belsué por ser su jefe de escuadrón, quedando también a cargo de dicho oficial la prevención correspondiente, es decir, el interrogatorio, con las preguntas que le hizo y respuestas que le falsearon al soldado.
Por su parte, López Belsue admitió haber sido quien retiró al conscripto de la formación, pero aseguró que lo hizo en cumplimiento de órdenes verbales que le dio Dasso, y que a Papetti en dos ocasiones mientras estuvo en el regimiento.
López Belsue dijo que el grupo de inteligencia del regimiento había encontrado “documentación comprometedora” en el equipo del soldado Papetti y apuntó directamente contra Juan Antonio Echeverría, que era el jefe, el oficial Juan Ignacio Aleman y otros suboficiales que no mencionó.
En aquella declaración ante los tribunales militares, Dasso dijo además que Papetti fue trasladado a Paraná y que se fugó a la altura de Villaguay, aprovechando una detención del vehículo por fallas mecánicas. Es una versión falsa de la historia.
El traslado, según los registros militares, estuvo a cargo de Aleman, como responsable del operativo, y los suboficiales Héctor Aníbal Amarillo y Miguel Ángel Galeano, que eran auxiliares del Departamento Inteligencia del regimiento. Ellos mismos lo han reconocido.
Sin embargo, dos personas que compartieron cautiverio con el soldado conscripto dieron otra versión. Ramón Rogelio Ayala y Jorge Martín Ramírez vieron a Papetti en una sesión de tortura en el regimiento y luego los trasladaron a los tres a la Tortuga Alegre, un camping cerca de Salto Grande, donde fueron nuevamente torturados.
Papetti estaba muy golpeado, prácticamente no podía mantenerse en pie, dijo Ramírez; tenía los ojos cerrados por los golpes, el pecho hundido, sangre en la boca y tosía mucho.
En una fecha que sería el 19 de marzo los tres fueron trasladados a Paraná. Ramírez iba en un camión tanque; Papetti y Ayala, en el baúl de un Ford Falcon. Al llegar, los alojaron en los cuarteles del ejército, donde permanecieron dos días; hasta que Papetti y Ramírez fueron trasladados a la cárcel que dirigía Appelhans.
Papetti fue torturado hasta la muerte en la “unidad familiar”:
–Escuché que le dio un ataque, se quedó sin aire, empezaron a pegarle en el corazón y se ve que les murió –contaría Ramírez unos años después ante la justicia.
¿Por qué darle entidad a las declaraciones de los militares en aquella farsa que armó el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas tras el retorno de la democracia si esa “justicia” era pour la gallerie? Tal vez porque son los propios verdugos quienes se reparten responsabilidades: López Belsue admite haber “detenido” a Papetti; Dasso admite haber dado la orden; Echeverría admite haber hecho la instrucción del sumario; Aleman, Amarillo y Galeano admiten haber hecho el traslado de Concordia a Paraná.
Los últimos momentos de Papetti en la cárcel son más borrosos. Ramírez mencionó que en la sala donde ambos eran torturados había al menos seis personas, pudo advertir que eran militares aunque no identifica a ninguno. Pero hay puntas desde las cuales tirar.