La quinta edición del encuentro reunió a escultores de todo el mundo en Concordia. En ese marco, los artistas coincidieron en que, tras haber participado de varios simposios, el de Concordia se ubica como “uno de los cinco mejores del mundo”, por su organización y calidad de convocatoria.

Establecido como patrimonio artístico de la ciudad, el evento convoca a alumnos de distintas escuelas y público en general que se congregan para ver el proceso artístico de las obras y dialogar con los escultores.

Para los artistas, por su organización y nivel, el encuentro se ubica como el segundo más importante del país y uno de los cinco mejores a nivel mundial.

Said Rumi Bazarra, de Valparaíso Chile, participó por primera vez del Simposio y destacó la buena interacción que percibió entre los artistas y el público. “Fue un ida y vuelta muy cercano, muy real, charlamos, nos ofrecen un mate y los chicos son muy curiosos y eso es lo que más nos entusiasma”, contó.

“Mis expectativas aquí son muy altas porque este evento es muy importante en el circuito sudamericano, muy comentado entre los artistas”, subrayó.

“Tengo la suerte de recorrer muchos otros simposios en Argentina, pero sin dudas el de Concordia tiene una gran organización y es un gran proyecto que va en beneficio directo de la comunidad porque estas esculturas se van a montar en espacios públicos, paseos o parques y esto como artista lo agradece”, puntualizó el artista chileno que trabaja con metal.

Esta es la tercera edición para Anahí Villarruel, la representante entrerriana de Nogoyá, quien aseguró que “este Simposio debe ser un orgullo para los concordienses, porque es considerado el segundo en el país con tan pocos años de organización”.

En su obra, la artista entrerriana trabajó con chatarra, en este caso con caños y una rueda, que terminarán convirtiéndose en una escultura de tamaño considerable.

Anahí también relató su experiencia de contacto con el público y contó que “como he participado otros años puedo notar cómo la gente ha perdido el miedo porque el artista siempre fue visto como un bicho raro y cuando trabajamos así al aire libre, a la vista del público, la gente se da cuenta que somos obreros, que es trabajo fuerte porque usamos maquinas y herramientas pesadas y nos cansamos”.