El profesional reconoció que “es real que algunas obras sociales han aumentado el costo de la afiliación y no han trasladado ese aumento a las prestaciones médicas”. Asimismo, precisó que “en los casos más graves hay un 150 y pico de desfasaje entre lo que cobra la prepaga y lo que le paga a los prestadores”.
En relación a esto, consideró que “las prepagas son un negocio como cualquier otro en donde el dueño quiere ganar, pero lo que pasa es que quiere ganar a expensas de nuestro trabajo y de retacearle las prestaciones a los afiliados”.
Además, señaló que la situación coincide también con “la disminución de las consultas que han ocurrido durante la pandemia y con el precio de los insumos”.
En cuanto al trabajo durante el 2020, Razzari contó que “tal vez para consultorios independientes la situación sea sostenible, porque tienen gastos fijos bajos y tal vez un empleado, pero para instituciones con muchos empleados y gastos fijos altos, la situación se torna insostenible”, y destacó que “el año pasado llegábamos a julio-agosto con las puertas abiertas, pero nos salvó que el gobierno pague la mitad de los sueldos, porque si no, no había forma”.
Por último, subrayó que desde esta rama de la salud “creemos que el único remedio posible es lo que se llama copago, que los pacientes se hagan cargo de una parte de la prestación para no cortar” con el servicio, porque “la verdad que no se me ocurre otra salida”.