Agrandar imagen Tesoro enterrado en el siglo XVIII en la margen este del arroyo Maldonado
Tesoro enterrado en el siglo XVIII en la margen este del arroyo Maldonado
Un ciudadano argentino presentó un escrito al presidente Luis Lacalle Pou y al intendente Enrique Antía donde cuenta que dio con el paradero del tesoro de piratas enterrado en el siglo XVIII en la margen este del arroyo Maldonado, a corta distancia de su desembocadura en el océano Atlántico y que le da el nombre a ese paraje del balneario de La Barra.
La búsqueda
El autor de la iniciativa explicó a Correo de Punta del Este que cinco años atrás detectó en el lugar de búsqueda dos palas muy antiguas. Más adelante y empleando un sofisticado detector de metales, obtuvo una marcación muy importante a unos dos metros de profundidad. Los perfiles obtenidos por el aparato corresponden a los que se dan cuando se topan con metales nobles como oro, plata y otros.

Más de diez años atrás, un empresario de Punta del Este, hoy fallecido, aseguró haber ubicado el mismo tesoro en el predio de la margen este del arroyo Maldonado, hoy propiedad del grupo brasileño Fasano. Si bien presentó los pedidos de autorización para hacer cateos, su muerte suspendió la búsqueda.

Los historiadores cuentan sobre la presencia en la zona de conocidos piratas como Sir Francis Drake y su hermano, éste último pasó varios meses en la isla de Lobos. También del famoso pirata francés Etienne Moreau, que se sospecha fue quien escondió el tesoro en la actual La Barra y del bucanero François Tournier, otro de los que se cree podría haber sido quien enterró el famoso tesoro. En esos tiempos los piratas intentaban abordar los buques españoles que regresaban a Europa con cargamentos de metales preciosos como plata y oro.
Trámite
El autor de la iniciativa, que pidió el anonimato, relató que “este hallazgo me motivó a presentarme ante la Intendencia de Maldonado en enero para pedir la autorización que me permita hacer los cateos en los lugares donde obtuve los resultados”.

En el pedido a la intendencia argumenta que “habiendo descubierto, casualmente, el llamado Tesoro de la Barra de Maldonado, solicito una entrevista para consensuar su desentierro, teniendo en cuenta mi condición de extranjero y vuestras facilidades al respecto. Se requiere cerrar 37 metros de una calle secundaria, lo que no impide la salida y entrada de los vecinos a sus casas y efectuar dos pozos de 3,5 x 2 metros y 1,5 x 2,5 x 2 metros respectivamente. Los perfiles adjuntos muestran, para tres profundidades diferentes, zonas con conductividad y sin sensibilidad magnética, lo que revela la presencia de metales nobles”, sostuvo el autor del supuesto hallazgo en la nota dirigida al intendente Enrique Antía el verano pasado.

Sin embargo, no obtuvo respuesta alguna de la Intendencia de Maldonado salvo que en este caso se trata de un hecho que compete a la autoridad del gobierno nacional.

Meses después, el buscador del tesoro de los piratas le remitió una carta al presidente de la República Luis Lacalle Pou.

La misma expresa que “con la intención de no distraerlo de sus altos deberes, y el convencimiento de que el intendente de Maldonado tiene, por delegación territorial de las funciones ejecutivas y administrativas, las facultades para ejercer lo determinado por el Código Civil en los art. 697, 699 y 701, el 23-1-24, presenté en mano, en la oficina del 5º piso de la intendencia, la carta que adjunto. La misma fue recibida por Santiago, quien puso firma y fecha, pero no sello. Como estaba unos días en esa ciudad, dejé en mi escribano la gestión de la entrevista pedida, la cual no tuvo resultado favorable hasta ahora”.

La misiva continúa: “En estos ocho meses traté de seguir el hilo del razonamiento del nombrado, lo cual se resume en mi último mail al intendente el cual transcribo: ‘Sr. Intendente, Ing. Enrique Andrés Antía Behrens De mi consideración; El 23-1-24 presenté una carta en mano en su oficina del 5º piso de la intendencia, denunciando el hallazgo de un tesoro pirata enterrado bajo una calle secundaria de su departamento, pidiendo una entrevista para coordinar su desentierro (espero que usted la haya visto). La misma fue recibida por Santiago, quien puso firma y fecha, pero no sello, por lo cual ignoro su cargo en esa”:*

La nota continuó: “En estos meses que siguieron, por teléfono, a través de mi escribano gestor y por whatsApp, me derivó a la Comisión del Patrimonio Cultural, al ministerio de comercio, al de cultura y últimamente al de economía y finanzas, sucesivamente. Tratando de seguir este hilo, me comuniqué telefónicamente con los ministerios y luego tuve, durante estos meses un largo intercambio de mails con el Dr. William Rey Ashfield, presidente de la comisión citada, una eminencia en el tema que nos ocupa. Nadie pudo citarme una norma legal correspondiente con aquellas derivaciones, y como determina el artículo 181 inc. (1) de la Constitución, es función de los ministros cumplir con la Constitución, leyes, decretos y resoluciones. A falta de estos, si está claro lo determinado por el Código Civil (art. 697, 699 y 701), por los cuales usted, como representante del propietario del terreno debería ejercer la opción allí contenida y comunicármela; a saber, me da el permiso para el desentierro del tesoro denunciado, comprometiéndome a dejar el terreno en el mismo estado encontrado, renunciando el Estado a su parte, o el resultado del trabajo se divide en partes iguales. El 701 determina como beneficiaria de la mitad estatal a la Junta Económico – Administrativa del Departamento; esto abona el punto de su competencia al respecto. Demás está decir que en esta última opción, hay varias maneras, algunas que cité en mis WA, para que, si quisiera seguir el espíritu de las normas de protección, pueda hacerlo. Si no tengo contestación en breve, deberé, para defender mis intereses, olvidar la discreción y denunciar el hallazgo por los medios y la red. Espero sus noticias’”.

Por último, la carta finaliza con que "El jueves 26 (de septiembre) pasado tuve una última comunicación telefónica con el antes nombrado, donde, tras agregar a la lista de ministerios el de economía y finanzas, finalmente definió su opinión sobre que el tema no era competencia del gobierno departamental sino del nacional. Así no me quedó otra alternativa que recurrir a Ud, para zanjar la cuestión”.

Hasta el momento el autor de la propuesta de desenterrar el tesoro pirata no obtuvo respuesta alguna.
Mito o leyenda
La leyenda sostiene que algunos de los piratas más conocidos que asolaron el Atlántico Sur entre los siglos XVII y XVIII optaron por esconder el producto de sus abordajes en algunos rincones de la entonces despoblada costa del actual departamento de Maldonado. El tesoro de los bucaneros habría sido escondido en la isla del lugar llamada Cahui o Isla de los Indios.

Don Carlos Seijo, en su libro “Maldonado y su Región” narra los pormenores de la llegada en 1888 de cuatro europeos en un pailebote, que fondearon al reparo de la Isla de Gorriti y se presentaron en el municipio de Maldonado para pedir la autorización correspondiente para buscar el tesoro. Los cuatro marinos fueron vigilados por dos centinelas y el lugar de los cateos recibió la visita diaria de Salvador Pallas, propietario de las tierras. Varios meses después los buscadores desaparecieron en su barco. Una lavandera de la zona halló una moneda de oro en el bolsillo del pantalón de uno de los marinos. En el lugar de la búsqueda fue hallada una gran caldera de hierro y varias cajas de plomo empleadas en esa época para guardar productos panificados a bordo. Luego se conoció que los misteriosos marinos abonaron algunas deudas con monedas de oro.
Fuente: Diario Correo de Punta del Este