Es noticia, en Concordia, desde hace unos meses, los “pases” de algunos
dirigentes que militaban en el peronismo, al espacio del Gobernador Frigerio, y de algún
legislador naciona,l jugando el juego de Milei, a cambio de algunas canonjías.
Empiezo diciendo que no tengo nada que opinar sobre la construcción de la
política de Frigerio y su equipo, está claro por donde va, primero se fagocitó al radicalismo, y
ahora intenta ir por el peronismo, para construir un espacio provincial más potente en su
negociación con Milei hacia las elecciones de medio término del año próximo. La historia
demostrara lo corto de este razonamiento.
Me interesa reflexionar sobre los dirigentes peronistas de lábiles lealtades, que
parafraseando a Groucho Marx podrían decir “estos son mis principios, pero si no les gusta,
tengo otros”.
Es entendible cambiar de espacio político si tu partido cambio de doctrina, el
ejemplo más claro es el Menem en los noventa, pero es inentendible haber participado de un
proceso electoral, defendiendo ideas de trabajo, producción, ciencias y tecnología nacionales,
con financiamiento para la educación pública gratuita, con un estado promotor, regulador, que
se financie con los impuestos sobre los mas ricos, y terminar sumándose a un proyecto que le
baja impuestos a los más ricos y le sube los impuestos a los trabajadores.
Pensar que solo se puede construir política desde el estado es un error
ideológico y de holgazanería. La política se construye junto al pueblo, con ideas y doctrina, y
cuando nos toca el llano, hay que tener un oído en ese pueblo y el otro en esa doctrina
(parafraseando al Obispo mártir, Enrique Angelelli que decía que “el sacerdote debe tener un
oído en el evangelio, pero el otro en el pueblo”, y caminar esa experiencia de construcción
política con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad, como escribiera Antonio
Gramsci desde las cárceles de Mussolini.
Perón decía que “no existe para el peronismo más que una sola clase de
hombres, los que trabajan” (verdad número cuatro), pero esa verdad no es buscar conchabo
con quienes tienen un proyecto distinto al de los trabajadores y el capital nacional, y que muy
por el contrario, es exactamente contrario al legado de Perón, en economía, políticas sociales,
culturales, educativas, de posicionamiento internacional, etc.
Estos dirigentes, tránsfugas en lo político, se arrepentirán en el corto plazo, el
año próximo el pueblo argentino votará a favor, o en contra de Milei; y las calles de Entre Ríos,
y del país, están empezando a hablar, expresando enojo, por aquello de “el ajuste lo pagara la
casta”, cuando en realidad el ajuste lo están pagando los trabajadores y los jubilados, y la
casta, los más ricos, se hacen cada vez mas ricos.
Y el peronismo deberá prepararse para ese escenario, repensar su propuesta
económica, corregir los errores, pero NUNCA ABJURAR de su compromiso nacional, debemos
pensar el desarrollo con inclusión sin inflación, que golpea sobre el bolsillo de los más débiles,
y desarrollar una estrategia de financiamiento en monedas duras que nos permitan romper el
estrangulamiento externo que cíclicamente nos pone frenos al desarrollo industrial de la
patria.
Tenemos que volver a confiar en el pueblo para seleccionar nuestros
candidatos, y que jamás vuelvan a ser elegidos por el dedo de nadie. El peronismo, como gran
movimiento de masas que es, tiene en su seno diferentes espacios, desde el Pejotismo
Cordobes, hasta el Kirchnerismo, y es menester que pensemos en una gran interna nacional,
donde por un lado estén quienes simpatizan con Schiareti, o Massa, que piensan un peronismo
de centro, y por otro, dirigentes como Axel Kicillof, con ideas más relacionadas a Perón y a
Nestor Kirchner , que no casualmente fueron los gobiernos que lograron mayor desarrollo y
distribución de la riqueza , en sus respectivos gobiernos y procesos históricos.