Según pudo presenciar Diario Río Uruguay, Casañas relató haber tenido conocimiento de que la toma de la Jefatura a través de una llamada telefónica, "y que una comerciante había dialogado con un patrullero que le avisaba que cerrara porque iban a empezar los saqueos". Después sostuvo haber tenido un diálogo con el intendente Gustavo Bordet, el gobernador Sergio Urribarri y el ministro de Gobierno y Justicia, Adán Bahl.

 

"Luego voy a la peatonal. Nunca me voy a olvidar de las imágenes que tuve que ver allí. Ver la cantidad de gente joven caminando como una manada, en busca de algunos lugares y cuando uno  preguntaba le respondían que "los policías nos decían que iban a haber saqueos", describió el Viceintentende, puntualizando que le pedía a los saqueadores "que se retiraran, pero estaban como zombies esperando para entrar a algún lugar" y dijo ver a comerciantes y empleados alterados con palos, machetes y barras de hierro defendiendo a sus fuentes de trabajo.

 

"En ese momento era necesario que todos defendieramos los bienes y las personas. Les expliqué que estábamos sólos y que no había un sólo policía donde tenían que estar", amplió y ratificó que en ese momento "salió lo peor que tiene una ciudad, hasta con gritos relacionados a la discriminación racial". "Le pedí a los comerciantes que guardaran las armas. Había rabia y daño psíquico y moral" amplió Casañas, para luego afirmar: "No se sabía si uno iba a volver esa noche a su propia casa".

 

Sobre los saqueadores describió que "no sabían qué querían, pero evidentemente no estaban ahí por necesidad de comida". "En un momento me dio la impresión de que estaba todo absolutamente armado", remarcó y enfatizó que los principales focos de los saqueos fueron los locales de venta de electrodomésticos. "Llegué a pensar si los blancos no estaban calculados con anterioridad", amplió.

 

“Había una guerra de rumores que no hacían más que poner en zozobra a la comunidad.

Sabíamos que si no se resolvía esa noche iba a haber una masacre. Creo que pudo haber mucho más muertos de los que existieron” aseveró en su testimonio horas después de que lo hiciera el intendente Bordet.

 

Así mismo indicó: “Había comerciantes que nos decían que estaban súper armados y que iba a haber gente que aprovecharía que no había seguridad. Se olfateaba sangre en la calle de Concordia” y dijo que esa noche “hubiese sido una noche de mucho dolor. Se había perdido la confianza en el que estaba al lado y había gente sintiéndose muy desprotegida”.

 

Más adelante Casañas razonó que “el único fin era obtener una suba salarial” y nombró a Juan Manuel Rosas y Diego Differding como “muy exaltados” y dijo que ambos “exageraban los números de muertos”. Así fue que subrayó: “Era notoria la exhibición de la pistola de parte de Rosas y pregunté porque se permitía estar armado frente al gobernador. Me dijeron que intentar desarmarlo podía resultar peor en esa situación”.

 

Sobre el final el Viceintendente recalcó que los agentes amotinados “eran conscientes del daño social que estaban provocando a la comunidad y eso era la moneda de cambio para que el gobernador firmara el acuerdo”, ampliando que los que negociaban ejercían una representación ilegal” de la fuerza de seguridad, y que “se habían roto las cadenas de mando”, para terminar aseverando: “Fueron las dos peores noches de mi vida”.