Al cruzar una calle, es atacado por un perro de gran tamaño, posible raza Pitbull o similar; el cual lo tira al suelo, lo muerde sobre el pecho y sobre la espalda, según narra la víctima.
Ante esta situación, el policía intenta detenerlo de forma manual y al no lograrlo, alcanza a tomar su arma reglamentaria y debido a la desesperación y en “legítima defensa”, efectuó uno o dos disparos ocasionando la muerte del perro.
En dicho momento se acerca la mujer de la víctima para socorrerlo y también lo hacen unos vecinos, que comienzan a agredirlo verbalmente y amenazarlo tanto a él, como a su esposa, por el hecho consumado.
La víctima fue examinada por el médico policial, quien constató la veracidad de las heridas sufridas en el ataque propiciada por el animal.
Posteriormente se recibió denuncias de vecinos y de la propietaria del can, en la cual manifestaron disconformidad por el proceder del funcionario policial involucrado en el hecho.