Agrandar imagen
Todas las crónicas rememoran que aquel 16 de junio era frío y lluvioso en la ciudad de Buenos Aires, cuando la Plaza de Mayo se convirtió en un escenario sangriento desde las 12.45, cuando un avión Beechcraft inició un bombardeo que continuaría hasta casi las seis de la tarde, dejando un saldo de destrucción y muerte.

A las 12.45 los aviones bombardean la Casa de Gobierno y el Ministerio de Ejército, arrojan bombas y metralla sobre los transeúntes. El avión piloteado por el capitán de fragata Néstor Noriega, tira las dos primeras bombas de 100 kilos, una sobre el centro de la Casa Rosada y la otra, sobre la arista norte del Ministerio de Hacienda. La tercera bomba cae sobre un trolebús 305, con pasajeros que, en su gran mayoría eran niños que iban a la escuela.

El segundo bombardeo tiene como objetivo la CGT de Azopardo e Independencia y el Departamento de Policía, en Moreno y Cevallos. Éste último es castigado tres veces por las bombas: a las 13.25, a las 17,25 y a las 17.45.

A las 15.30, otra tanda de aviones bombardea y ametralla la Casa Rosada, el Banco Hipotecario y el Ministerio de Hacienda.

Una bomba cayó en la boca del subterráneo en la estación Plaza de Mayo y termina con la vida de los desprevenidos que llegaban al lugar. Un camión estalla alcanzado por el fuego en Diagonal Norte y San Martín. Otro grupo de aviones, dispara sobre los efectivos del Regimiento 3 de Infantería que se dirigía a la Capital desde Avda. Crovara y Camino de Cintura de La Tabalada.

Dos bombas son lanzadas sobre la Residencia Presidencial, manzana en la que actualmente está ubicado nuestro Instituto Nacional, una cae en la Avda. Pueyrredón entre Las Heras y Vicente López y la otra, que no estalla, en los jardines de la Presidencia. Esta bomba, es contenida por el gomero que aún está entre el edificio de la Biblioteca y la Avda. del Libertador.

En su última pasada, los aviones descargan su fuego sobre la Plaza de Mayo, masacrando a las personas que recogían a los heridos: enfermeros, médicos y voluntarios que creían que lo peor ya había sucedido.

Oficialmente, los bombardeos del 16 de junio de 1955 dejaron un saldo de 364 muertos y cerca de 1000 heridos. De ese total, sólo 44 eran militares. La mayoría de los muertos y de los heridos estuvo integrada por población civil, desarmada, que caminaba por el lugar.
Bautismo de fuego
Quizás por vergüenza, la historia oficial señala que el bautismo de fuego de la Fuerza Área Argentina fue en Malvinas, pero en realidad ocurrió en 1955, cuando el teniente Ernesto Jorge “Muñeco” Adradas derribó a uno de los aviones que con un logo de “Cristo Vence” bombardeó la plaza y luego pretendía escapar a Uruguay.

El plan trazado por los que bombardearon la plaza se respaldaba en tres ejes:

1. Ataque aéreo: dirigido a la Casa de Gobierno con aviones de la Marina y la
Fuerza Aérea.

2. Ataque por tierra: el Batallón de Infantería de Marina Nº 4 con asiento en la
Dársena Norte del Puerto Nuevo tomaría por asalto la Casa de Gobierno con el apoyo de grupos de civiles armados, que también ocuparían emisoras de radio.

3. Fuerzas de apoyo: las unidades del Ejército en el Litoral bajo el mando del general Bengoa (transportadas a Buenos Aires en aviones), las Escuelas de Artillería y de Aviación del Ejército en la provincia de Córdoba y la base naval de Puerto Belgrano, donde se tomaría el control de la Flota de Mar, que zarparía rumbo a Buenos Aires mientras se desplegaban otras unidades de Infantería de Marina.
La participación entrerriana que no fue
Desde 1954, Justo León Bengoa estaba al mando del III Cuerpo de Ejército con asiento en Paraná. Era un soldado de ideología nacionalista y marcadamente católico, por lo que el conflicto entre Perón y la Iglesia lo instó a unirse a los conspiradores contra el gobierno peronista que estaba abiertamente enfrentado a la curia.

Las investigaciones revisionistas de la masacre apuntan que Bengoa era el encargado de aportar soldados entrerrianos que reforzarían -por tierra- el ataque aéreo de la Plaza de Mayo en junio de 1955, pero estando en Buenos Aires fue sorprendido por el adelantamiento de las acciones.

Cuando se supo de su identificación con los insurrectos intentó regresar a Paraná, pero fue detenido y separado de la fuerza. Posteriormente, participó en el golpe de Estado de septiembre de ese mismo 1955 que derrocó al presidente Juan Domingo Perón y fue ministro de Ejército de la autodenominada “Revolución Libertadora”.
Fuente: Archivo Nacional de la Memoria

Etiquetas

HISTORIA