Sobre este sentido, el presidente de la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (FARER), Nicasio Tito señaló que “no es posible convalidar aumentos en los derechos de exportación. Hablamos de un impuesto sumamente negativo y pernicioso para el sector agropecuario y para el circuito económico y productivo del país”, afirmó.
No obstante, desde la entidad se mostraron dialoguistas y sostuvieron que “es indispensable avanzar en un diálogo maduro entre las partes y ese espíritu de negociación fue el que transmitimos a Frigerio”.
“Obviamente -continuó- que el campo no puede aceptar aumento de retenciones y mucho menos, la incorporación de economías regionales a esa carga. Entendemos que por ahora las posturas del gobierno son por blanco o negro y nosotros creemos que hay lugar para los grises. Apostamos por los consensos. Del mismo modo, vivimos en este país y somos conscientes de los enormes problemas económicos y sociales que se atraviesan, pero las posturas inflexibles no conllevarán mejora alguna, sino todo lo contrario”, consignó.
Tito indicó que “como lo expresado claramente nuestra entidad madre ante el Congreso, siempre hemos rechazado las retenciones porque son un mecanismo de recaudación distorsivo e injusto. Además, en términos globales, lo que se planea recaudar es muy poco en relación a los daños que se generará”.
Asimismo, el titular de FARER comentó que también se le informó a Frigerio del rechazo a la adhesión al Convenio UPOV 91 que propone el gobierno nacional. “Nos oponemos simplemente porque de aprobarse los agricultores verán fuertemente condicionada la posibilidad de guardar parte de su cosecha para usarla como semillas de la siembra siguiente. No es un tema menor. Es estratégico y con profundas implicancias económicas para los productores”, justificó.
Por último, Tito fustigó la decisión de prorrogar el recargo del 120% en la tasa de interés para los productores de soja que dispongan del 5% de existencia de este cultivo.
“Le recordamos al gobernador lo discriminatorio de esa medida. Es un castigo que marca un profundo desconocimiento de cómo funciona el campo argentino. El productor no guarda la soja esperando que mejore el precio internacional, no lo hace para especular. Simplemente utiliza su producción almacenada como ahorro y de manera que no se devalúe lo que cosechó. Ese grano es usado para pagar, vivir y para financiar la próxima campaña”, remarcó, a la vez que puntualizó que “además, es una medida que clara contraposición de la libertad económica que tanto se declama”, finalizó.