La situación que generó el contagio masivo del COVID-19 (Coronavirus) ha puesto en vela a todo el planeta, causando que varios países entrasen en una estricta emergencia sanitaria. Argentina no escapó de este panorama y estableció un período de cuarentena para controlar el desarrollo de esta enfermedad.

A pocos días de comenzar la cuarentena, la plaza local dio sus primeros pasos para adaptarse al panorama de la emergencia sanitaria. Los distintos organismos promulgando la importancia del lavado de manos, el uso del alcohol en gel, el aislamiento en los hogares para evitar contagios de riesgo, entre otras cosas, marcaron las iniciativas. Pero a la hora de llegar a la responsabilidad individual, la respuesta fue dispar y muchos concordienses aún siguen con su ritmo habitual en la vía pública.

En un relevamiento realizado en el centro de la ciudad, Diario Río Uruguay constató que se presentan diferentes paradigmas. En una típica mañana de martes la peatonal concordiense carecía de su característica afluencia de gente, mostrando únicamente a unos cuantos rezagados que circulaban apurados para cumplir con sus tareas, sin embargo la situación mostró un giro inesperado a lo largo de la mañana del miércoles, con una mayor flujo mayor de gente en las calles.
Las colas para ingresar a los bancos, al correo y a los comercios oscilaban en la cantidad, pero manteniendo una característica peculiar: la disposición de no más de cinco personas en el interior tenía una aplicación puertas adentro, pero en las veredas los clientes se amontonaban, colocando como única barrera un metro de distancia entre ellos. Algo similar se podía observar en algunas paradas de colectivos en horario pico.
Por otra parte, las paradas de colectivo se hallaron con un aire de tranquilidad, casi vacías en determinados momentos.
Un caso particular que supo llamar la atención fue el de la Cooperativa Eléctrica, que se vio atestada durante la mañana del martes, con una larga fila de clientes en su vereda esperando su turno para ingresar al lugar, con un metro de distancia entre cada uno, respondiendo al llamado de un guardia de seguridad que controlaba el flujo de personas y la higiene de los visitantes, ofreciendo alcohol en gel. Por otro lado, cerca del mediodía de este miércoles, el panorama allí se vio apagado, casi sin circulación.
El caso contrario que se presentó fue el de los cajeros automáticos, donde en un determinado punto de ambas mañanas se alcanzó a ver alrededor de 30 personas aglomeradas dentro de un reducido lugar, haciendo largas filas en forma de caracol. Una gran diferencia también se notó en la cantidad de gente que ocupaba las grandes salas de espera de algunos bancos.
La gente
Algunso de estos concordienses accedieron a compartir sus vivencias y brindaron testimonio de sus experiencias durante los primeros días de esta cuarentena.

Nicolás, de 45 años, contó que como empleado del transporte público urbano notó que todavía “no hay nada de prevención”, reconociendo que desde su parte “le pedimos a la gente que se quede en su casa, para tratar de prevenir todas estas cosas”, pero que el acatamiento no es el esperado.

Por su parte, Cristina, de 46 años, manifestó que “la gente realmente no toma consciencia” de la situación a la que se enfrenta la ciudad, porque “muchos dicen que cuando aparezca un caso, ahí nos pondremos las pilas, pero pienso que en ese caso ya será tarde porque los infectados ya habrán pasado por miles de lugares y contagiado a un montón de personas”.

El Coronavirus tiene como principal grupo de riesgo a los adultos mayores de 60 años y a los más chicos. Mirta, de 63 años, explicó que “lamentablemente tenemos que salir a la calle igual”, si bien valoró que “esta bien que prevengan, pero nosotros tenemos que salir sí o sí por lo necesario”, insistiendo en que “tratamos de evitarlo, de cuidarnos, pero tenemos cosas para hacer en la calle”.
También dieron su valoración los jóvenes, como Nicolás y Ulises (ambos de 24 años de edad) quienes “al tema de la cuarentena lo estamos llevando como podemos e intentamos salir únicamente por temas de urgencia, por los trámites”, pero “es una realidad que vivimos encerrados, más que nada por los más chicos y la gente mayor, porque son ellos los que corren más riesgo”.

Además, se refirieron a este panorama como “la epidemia del miedo, del pánico de la gente”, porque “se siente el terror a que reviente todo, se ve como la gente trata de agarrar todo lo que puede en los grandes supermercados sin pensar en el que está al lado, si puede llegar a conseguir algo”. De esta manera, consideraron que “esta epidemia está afectando a la cabeza de la gente, se encuentra muy aislada”.

Por último, Luca de 20 años remarcó que “los que más afectados se ven son los negocios del centro, porque la gente busca en lo posible no salir de sus hogares y la zona céntrica es el lugar donde más se concentra el movimiento de personas”.