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La iglesia evangélica se suma a los reclamos por seguridad
El texto, que a continuación se publica textual, fue emitido este jueves y lleva la firma del Pastor Hugo Daniel Ozuna, titular de la entidad que nuclea a los religiosos que conducen esta comunidad eclesiástica en la Capital del Citrus.

Desde esta Asociación en reiteradas oportunidades hemos expresado nuestra preocupación por la situación social que rodea a los concordienses respecto a distintas problemáticas, como ser, la pobreza y la indigencia, las adicciones puntualmente respecto a la venta y consumo de estupefacientes y sobre todo la creciente inseguridad con casos cada vez más violentos, incluso mortales.

Entendemos la complejidad que tiene cada problemática, sin embargo, los distintos actores del Estado tienen asignado personal y presupuesto para que se dediquen a la atención, gestión y solución de cada situación. Resulta inentendible que se espere que ocurran casos lamentables para que recién se den a la tarea. Al menos esa es nuestra percepción.

Nos unimos al pedido de la sociedad en su conjunto para que se haga uso de la responsabilidad acompañada de empatía, que el trabajo articulado entre las aéreas y poderes del Estado se intensifique y con celeridad, dado que resulta evidente que el trabajo realizado hasta ahora no es suficiente.

Creemos que hace falta una gestión preventiva, con un compromiso firme y una decisión motivada por un real interés de abordar las problemáticas que nos aquejan a los concordienses.

Las personas comunes de la sociedad suelen invertir tiempo de sus vidas para hacer marchas o reclamos en distintos ámbitos reclamando que los responsables hagan el trabajo para lo cual se les retribuye, en muchos casos con sueldos muchísimos más elevados que el de los afectados que incluso, para reclamar sus derechos deben perder días de trabajo y ver aún más afectada su precaria condición económica, además de sumar un estado de profundo estrés y malestar emocional.

El mensaje del evangelio nos habla de una fe que pretende hacernos vivir hermanados, en un ámbito que permita convivir en paz, en armonía, en un contexto de justicia y de igualdad social, el evangelio refiere a que fuimos creados para disfrutar de la dignidad que cada ser humano posee más allá de su condición económica, política o religiosa.

Mientras exigimos que se vele por lograr esta merecida calidad de vida en cada ciudadano, continuamos dándonos a la tarea de llevar a la práctica nuestra fe mediante los distintos trabajos que realizamos para la contención de las personas y sus familias que son víctimas por las distintas problemáticas que padecen, esto desde recursos propios movidos por el amor a Dios y al prójimo, mientras oramos para que nuestra ciudad vuelva a ser una ciudad donde la concordia no sea solo un nombre o una expresión de deseo sino una realidad palpable.

Por último, instamos a volvernos a Dios, no a una religión, a Dios. Demasiado sufrimiento ya hemos tenido pretendiendo sacar a Dios de nuestras vidas. En su palabra Dios nos dice que sus pensamientos son de bien y no de mal.