El Granate salió sabiendo que iba a ser uno de esos partidos largos, típicos de altura, y si bien pecó en no intentar tener más la pelota ante un rival que mostró claras falencias, ese gol tempranero de Walter Bou le permitió administrar de mejor manera las energías para poder ir creciendo en el juego. El tema fue que, desde ahí, pareció depender más de lo que no hacía un pobre equipo peruano que basa su ataque en las condiciones naturales favorables que tiene.
El punto favorable de Lanús fue que quedó muy pocas veces mal parado, en inferioridad numérica, compacto, el hecho de haberse movido en bloque le permitió aguantar bien hasta casi el final del partido. Pero nada de eso hubiera servido si Alan Aguerre no tenía esta noche 10 puntos, por él y sus enormes atajadas en el final del primer tiempo, su equipo mantuvo el 1-0 y le dio un golpe anímico a Garcilaso. Voladas ante remates desde afuera del área, esos que bajan como misiles en la altura, cabezazos desde cerca, fue definitivamente infranqueable.
Si a los del Ruso Zielinski les costaba tener y administrar la pelota, los peruanos casi que colaboraban para que mejoraran en este aspecto. En el segundo tiempo, carecieron de ideas para llegar al arco rival y tuvieron infinidad de pérdidas, como la que derivó en el buen gol de Marcelino Moreno, por ejemplo.
Así, Lanús llega a los 10 puntos, se sube a la cima del Grupo G y abre dos puntos con Cuiabá y seis con Garcilaso: con un empate en la próxima fecha -el próximo miércoles 15 de mayo a las 19 vs. Metropolitanos- se asegurará seguir en la Sudamericana, aunque también podría hacerlo si pierde y el equipo peruano no le gana al brasileño. Por eso, con la clasificación prácticamente en el bolsillo, ahora todo pasa por definir el puesto: el primero va directo a octavos, mientras que el segundo debe jugar la ronda de playoffs ante un tercero de Copa Libertadores.