Para Adrián Lampazzi, presidente del Centro de Comercio, Industria y Servicios de Concordia (CCISC), las cifras no dejan de ser un recorte parcial de la realidad al entender que hay muchas otras localidades de la Argentina que quedan por fuera del estudio y están en peores condiciones. De todas maneras, no deja de reconocer que la situación social se complejizó desde la pandemia y una muestra de ello es la disminución progresiva de empresas privadas y de empleo registrado no estatal en la región.
Según el empresario, las pymes se enfrentan a severas dificultades para crear fuentes de trabajo genuinas, fundamentalmente por la “elevada presión impositiva” que a quienes quieren emprender se les hace cuesta arriba. Pero además, alertó que “desde la pandemia aumentó en Concordia la industria del juicio”, fenómeno que atenta contra la generación de trabajo formal y la economía en general.
Lampazzi apuntó contra el rol de algunos actores dentro de la Justicia en Entre Ríos que le dan la de ganar al empleado. Según entiende, en Concordia suele darse este fenómeno en la mayoría de los casos que terminan en la segunda instancia judicial, luego de la apelación del fallo de primera instancia. En ese sentido, consideró que esto suele darse por múltiples factores, entre ellos, “por ideología”.
En este escenario, calificó que el sector privado “está en un momento difícil como todo el país”. “Quizás en algunos sectores en particular salen favorecidos con el intercambio con Uruguay, pero también hay otros que se ven perjudicados. De todos modos, estamos con incertidumbre por lo que viene”, expresó, y agregó: “Tenemos en claro que con pequeños ajustes o haciendo los deberes, sobre todo la parte dirigencial, podemos salir fácilmente y revertir muchas situaciones negativas”.
Industria del juicio
El tema genera preocupación en el sector privado, no sólo de la costa del Uruguay sino de otras partes del país donde la connivencia es mayor. De todas maneras, los empresarios y productores de la fruta son en la zona quienes más vienen advirtiendo por esta problemática y lo pusieron en el tapete en abril de este año con un tractorazo.Según Lampazzi, lo llamativo es que el aumento de las demandas se registra en comercios, siendo que en Concordia bajó significativamente la cantidad de industrias. “La ciudad tiene más juicios laborales que Gualeguaychú. Todos sabemos que los riesgos son mayores en la industria que en los comercios, sin embargo la tasa de juicios laborales es más alta que en Gualeguaychú que tiene una industria muy desarrollada. Después de la pandemia aumentó y se instaló una especie de moda”, analizó.
Según un informe de la CCISC de fines de 2021, los comerciantes de Concordia precisaron que el 53,3% alguna vez sufrió un juicio laboral. De hecho, en la estadística también se describían los principales motivos a la hora de no contratar personal: 14,6% por costo laboral, 14% por leyes laborales inadecuadas, 12,3% por costo del despido y 11,4% por temor a los juicios laborales. A ello se suman dificultades para seleccionar empleados por falta de compromiso y de capacitación.
Con estos datos, el empresario alertó por la disminución de empresas en la región y lo preocupante que ello resulta para encontrar una salida a las problemáticas sociales. “Estamos entrampados con el 50% de pobreza”, lamentó, y acotó que en su mayoría han quedado empresas comerciales, muchas de las cuales son almacenes o kioscos que encuentran en los alimentos un modo de subsistencia para las familias.
Menos empresas
Las sucesivas crisis de la citricultura como economía regional es también un símbolo del panorama que viven los concordienses. “La capital del citrus” sólo ha quedado como título. Históricamente fue la economía regional que más oportunidades de trabajo generaba, pero con los últimos años perdió peso relativo debido a que algunos productores y empresas de jugos y empaques empezaron a migrar hacia el departamento Federación o el sur de Corrientes por encontrar allí menores costos y trabas. “Las industrias que más hay ahora son panaderías porque es lo más fácil”, acotó.El dirigente cuestionó la alta presión fiscal como desaliento de la actividad privada. “El mayor problema es lo tributario que de alguna manera empuja a la informalidad. Según el Banco Mundial, en Chile hay 58 pymes cada mil habitantes; en Uruguay son 48 cada mil habitantes; en México 34; en Brasil, 25; y en Argentina, 14. Eso te da la pauta de que hay un problema de generación de empresas”, consideró.
“En estos países lo que se hace es ir ayudando a crecer a las empresas con impuestos razonables. En Argentina el emprendimiento arranca en negro y luego ven cómo les va para analizar si se inscriben. Y lo primero que hacen es anotarse en un monotributo, que fue diseñado para pequeños contribuyentes”, planteó, y recordó que cuando se creó este régimen la máxima categoría facturaba 144.000 pesos/dólares, mientras que hoy representa el equivalente a 20.000 dólares oficiales.
Sobre este último punto, cuestionó que para cualquier comercio pequeño que se inscribe como monotributista no le cierran los números para poder tener uno o dos empleados e inclusive alquilar. “Si vos querés hacer las cosas bien, te empuja al régimen general donde pasás a ser responsable inscripto y ahí ya pagás lo mismo que una empresa más grande”, alertó.
“A esto se suma que en Concordia es complejo para habilitar un local y tiene un costo alto. Todo esto fomenta la ilegalidad y ahí es donde está el mayor problema, porque quedás expuesto a los problemas no sólo impositivos, sino a contratar personal en negro, juicios laborales, etcétera. Estas son las grandes distorsiones que han generado, por un lado, la inflación y, por el otro, el Estado con tal de recaudar que no ajustan los mínimos no imponibles”, cuestionó el ingeniero.
Uruguayos
El presidente del Centro de Comercio, Industria y Servicios de Concordia consideró que no se recuperaron todavía los niveles de consumo previos a la pandemia y que actualmente el nivel “normal” de ventas en los comercios concordienses es sostenido por la llegada de uruguayos. De todos modos, aclaró que los vecinos charrúas son “cautos” a la hora de gastar. En otro orden, planteó que la hotelería es uno de los rubros afectados, sobre todo tras perder plazas con el cierre de emblemáticas empresas. En todo caso, observó un repunte de la gastronomía, aunque sin dejar de advertir el proceso precarización laboral.—¿Cuánto ayuda a Concordia hoy el aumento del flujo de uruguayos, atraídos por el tipo de cambio?
—Realmente lo que se ve a diario, salvo fechas muy puntuales como pueden ser feriados, es un flujo normal. Siempre se vieron uruguayos en la calle y no se ve ahora una cantidad extraordinaria. Lo que sucede es que muchas veces sacan fotos los días feriados donde sí viene mucha gente, no sólo de Salto sino de otras partes de Uruguay, y pasan por Concordia y van hacia otros destinos como puede ser Federación, Cataratas del Iguazú o Córdoba.
—¿Considera que el flujo de uruguayos es más cercano a la situación previa a la pandemia?
—En cuanto a flujo de gente, sí.
—¿Y cómo se traduce eso económicamente?
—Económicamente, al menos los que vienen desde Salto, lo hacen por productos de primera necesidad en cadenas de supermercados o mayoristas, pero sin siquiera comprar en los comercios locales. Sí se nota el consumo local en rubros como gastronomía. De todos modos, no es algo desbordado. Al concordiense le gusta ir a comer a Salto, pero por el tipo de cambio no le conviene. Entonces, todo ese consumo se debería volcar en la ciudad junto con el de uruguayos, pero no es así, no está todo lleno. Es un funcionamiento normal, aportado mayormente por el consumo uruguayo. El consumo uruguayo reemplaza el consumo local.
—Eso da cuenta de la fuerte pérdida de poder adquisitiva del argentino.
—Sí, totalmente. El flujo de uruguayos suma. De todos modos, el uruguayo cuando sale al exterior mira precios, busca y compra lo justo; a diferencia del argentino que, cuando le conviene, compra por dos. Quienes vienen a la Argentina lo hacen fundamentalmente por alimentos porque a ellos también les cuesta llegar a fin de mes.
—¿Y llegan también uruguayos que buscan stocks para sus comercios?
—Lógicamente está el tema del contrabando. Hay gente que se dedica a eso y compra para pasar al otro lado mercadería. De todos modos, son muy puntuales, en productos de primera necesidad o que hacen poco bulto. En ocasiones son productos de limpieza que siempre hubo diferencias, perfumería, jugos en polvo, chicles, que cifran mucho con pequeños bultos. Todo eso lo pasan al otro lado y los venden en locales al estilo “mercado de las pulgas”. Pero al comercio local esto no lo beneficia e incluso tampoco a los que venden ropa porque los textiles de este lado están muy caros.
—¿Y el contrabando al revés? ¿Se da en algún producto particular, a pesar del tipo de cambio?
—Sí, se da con la compra de neumáticos de concordienses o vecinos de la región en Salto. Si bien Uruguay no es tan barato como Paraguay, hay una diferencia y tienen stock. Incluso, en Uruguay hay cubiertas argentinas a mejor precio que en Argentina debido a la alta carga impositiva en nuestro país. Esto siempre fue así y ahora se sigue notando. Estas son una de las tantas distorsiones que tiene nuestro país y cada día que pasa tenemos una nueva.
Finalmente, Adrián Lampazzi reconoció que es clave en este contexto el trabajo que se pueda realizar al interior de las instituciones para poner en debate estos temas y proponer alternativas para encontrar una salida. Al respecto valoró el diálogo con los gobiernos, pero lamentó que muchas veces las soluciones siguen sin aparecer.