En tanto que la próxima cosecha, que debería iniciarse en marzo, se retrasará hasta abril, pero tendrá una fuerte incidencia en el volumen total y en el tamaño de la fruta obtenida.
“Lo que afecta gravemente la sequía es en el calibre (tamaño) de la fruta. Con estos niveles que venimos teniendo de falta de lluvia estamos en un daño del 50% o más. Aún no llegamos a extremos de pérdidas de plantas”, indicó a UNO el presidente de la Asociación de Citricultores de Chajarí, Guillermo Borgo.
Acerca de esa situación, explicó que la situación del “calibre” de la fruta “va a ser grave, porque serán frutos muy chicos debido a la falta de agua”, e insistió que “afectará gravemente la comercialización”.
“Para que sea comprensible, el tamaño óptimo o ideal es que en un cajón entren 80 o 90 frutas en promedio. Los calibres que van a abundar en la próxima temporada van a ser de 110, 120 o hasta 140 frutas por cajón. Son tamaños que tienen destino de industria, en un gran porcentaje, porque comercilizarlo es por debajo del costo”, explicó.
Es por eso que coincidente con esa situación del tamaño caerá fuertemente el volumen de producción de citrus, medido en toneladas. “Los grandes soles que hay, las altas temperaturas, afectan a las cáscaras porque las quema, y es una fruta que no sirve ni siquiera para industria”, agregó.
Pero además, el dirigente citrícola indicó que la sequía ocasiona también que se retrasan los períodos de cosecha en tiempo y forma.
“Ya estamos con un mes de retraso con la sequía que hay, porque las primeras mandarinas, que habitualmente pueden iniciar a cosecharse a mediados de marzo, con este panorama estamos lejos”, dijo, y estimó durante abril las primeras tareas de recolección en los campos.
Si bien hay un período de cosecha, el citrus se ha extendido gran parte del año. De hecho, durante el verano se mantienen algunas variedades tardías en plantas, que van manteniendo el stock permanente.
Ello ha permitido que haya naranjas durante todo el año. Sin embargo, en las primeras semanas del año el precio al consumidor final registró un abrupto salto.
“Se dio algo que hace mucho no se daba y que es que hay muy poco stock. En la citricultura el precio en el mercado siempre opera producto de la oferta y demanda; entonces al bajar la cantidad disponible, se produce este incremento. Es debido a la sequía de 2021-2022, quedó poca fruta en los árboles e incluso la que se pudo sostener hasta la fecha está gravemente afectada por la nueva sequía”, señaló.
Días atrás, la Federación del Citrus de Entre Ríos planteó que las expectativas de rendimiento para la próxima zafra de citrus dulces “son malas”, ya que hay solo un 30% de producción con riego, por lo que el 70% restante de las plantas sufren estrés por falta de agua.
En el sector sostienen que la actual sequía es la tercera que experimentaron los productores citrícolas de la Mesopotamia en los últimos cinco años.