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La novedad cayó muy mal en este sector productivo, cuyas ventas vienen cayendo porque el bolsillo de la gente no da para sostener los buenos niveles de consumo de esas frutas registrado durante la pandemia.

“No nos dan servicio alguno, es sólo un trámite administrativo para poder luego hacer la presentación y tener la habilitación para operar del Senasa”, explicó el producto, empacador y exportador Darío “Negussi” Toller, de la firma Toller Hermanos.

“Los gobiernos anteriores no cobraban la tasa a los empacadores. Este gobierno decidió hacerlo y ahí empezamos a tener diferentes negociaciones porque es onerosa, es un impuesto disfrazado de tasa”, definió Toller.

Luego contó que “tuvimos varias negociaciones con el poder ejecutivo y el legislativo y nos encontramos con una postura dura de parte de ellos para comprender la situación. No entraban en razón”.

El empresario citrícola explicó que se llegó a un acuerdo por lo poco que queda de 2021, que implica el pago de “una retribución por producción de embalado sobre una escala que se estipuló”. Pero aclaró que “esto es provisorio, por lo menos logramos quebrar esa postura tan dura cerrada”.

Toller aseguró que el pago de esa tasa municipal los pone en una situación de desigualdad frente a otras empresas, tanto las que están ubicadas dentro del mismo municipio pero fuera del ejido urbano así como con las firmas que están en otras regiones citrícolas, como por caso las de Chajarí.

El citricultor agregó que un 2% de quita sobre el ingreso bruto puede significar toda la renta obtenida por una empresa. “Esto nos deja fuera de camino” remarcó, aunque luego agregó que “creemos que con buen dialogo vamos a poder discutir la tributaria del año que viene y así poder trabajar”.

Mercado interno

Por otra parte, en diálogo con Bichos de Campo, Toller se refirió a lo que está pasando con la venta de cítricos en el mercado interno. Dijo que este año se combinó una buena cosecha con un mercado poco demandante, por la caída del poder de compra del salario, lo que complica los precios de los productos y la rentabilidad de la actividad.

“El productor recibe por el kilo de naranja entre 20/25 pesos. Son precios muy justos. El año pasado fue excepcional, pero había poca producción y alta demanda en el mercado interno”, ya que durante la pandemia la población gastó más en el rubro alimentos. Pero en 2022 el esquema de consumo se modificó y además se siente el retraso respecto de la inflación.

Además, dijo Toller que se está perdiendo competitividad exportadora. “En la exportación estamos perdiendo rentabilidad, por el tipo de cambio que tenemos. Si no lo mueven va a estar complicado para seguir exportando también y eso teniendo en cuenta que hay demanda muy interesante en la producción para cubrir mercados”.

“Si para el año que viene no hay movimiento del dólar oficial se va a poner complicado por la suba de los costos que, además, se prevé que sigan subiendo”, advirtió. Citó como ejemplos los salarios y los insumos necesarios para la producción, como herbicidas, fertilizantes y la energía.

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