De esta manera, recordó que “cuando nos hicimos cargo hace un año atrás, empezamos a interiorizarnos en los mecanismos de control que tiene migraciones” y los mismos empleados del sector “nos contaron de la existencia de este sistema Halcón, donde había mucha gente que no tenía que estar ahí”, según sus palabras.
A través de las investigaciones correspondientes, se pudo constatar que “había un sistema diseñado legalmente que tiene que ser utilizado por la justicia, que era usado de manera ilegal” junto a “un descontrol de claves a propósito”, determinó la funcionaria. Además, destacó que dentro del sistema “había nombres particulares de funcionarios dentro del área de migraciones” pertenecientes al partido opositor de aquel entonces, junto a personal de otros organismos.
Cómo se detectó
Carignano detalló que este sistema se empleaba “por ejemplo, cuando vos ibas a Ezeiza, ponías tu pasaporte y el inspector chequeaba tus datos. En ese momento, ni el inspector ni la persona saben que está saltando una alerta en migraciones”.De esta manera, orden judicial mediante, “le tengo que decir al juez ‘está saliendo Florencia en este momento’, porque claramente me estarán investigando por algo y la justicia no quiere que vos te enteres”.
En el sistema “figuran los antecedentes penales de la persona, las restricciones, los datos, junto a todos los movimientos, a donde viajó y en qué lo hizo, todo”, que más tarde puede ser utilizado por quien así lo requiera. “Ante el primer requerimiento que recibimos de un juez, diciendo que quería saber quién vio sus movimientos migratorios por un oficio judicial, cuando veo la lista pienso ‘acá hay gente de migraciones y de otros organismos que no tiene por qué haber visto esto’, entonces respondimos al oficio y empezamos a entender que el descontrol de claves era total”, detalló.
Al respecto, desde migraciones “empezamos a preguntar sobre el procedimiento y nos dijeron que no había ninguno, que las claves se dan” con facilidad. Es así que “en la policía de la ciudad de Buenos Aires tenían 20.400 claves, pero cuando se las dieron solo tenían 13.000, o sea que poseían muchas más claves que policías” y “tampoco es necesario que cada policía tenga una clave migratoria, sino que estas son utilizadas para investigar delitos y las tiene que tener el área que investiga, no cualquier policía parado en la esquina”, aclaró.
Así fue como “empezamos a ver como en todos los organismos que necesitan estas claves para trabajar (policías provinciales, poderes judiciales, AFIP, aduana), tenían un descontrol en el que ni siquiera las nuevas autoridades sabían quién tenía las claves y para qué se las usaba”, subrayó.
A raíz de esto, “hicimos un protocolo en torno a las claves”, a través del que “la policía de la ciudad, de tener 20.400 claves pasó a tener solo 100, que son una por comisaría y la que necesita la dirección que investiga los delitos”, valoró. Además, “fuimos limitando también a qué accede cada clave, porque una policía provincial no necesita acceder a lo mismo que acceden las fuerzas federales, que son policías auxiliares migratorias” y “fuimos reglamentando todo este descalabro, por el que hay muchísimos procesados en fuerzas federales y en la aduana”, determinó Carignano.
Por último, remarcó que gracias a esto “nos fuimos enterando de que la mayoría de las veces que espiaban los movimientos migratorios de la gente, se usaban claves de migraciones” por parte de “otros organismos e, incluso, por empleados dentro de migraciones”.