En el medio, existen apps que cuentan los pasos que una persona da, avisan si un avión está por aterrizar, y hasta permiten alquilar bicicletas en la vía pública.
Sin embargo, para muchos la tecnología es algo frío, distante, que usan pero sin involucrarse demasiado. Agustín Maiocco, sin dudas, está parado en la vereda de enfrente. Pero no siempre había sido así.
Fue en una charla TEDxRio de La Plata a la que asistió hace dos años en Tecnópolis cuando el joven oriundo de Victoria, Entre Ríos, empezó a interesarse por la tecnología. “Una charla que daba un chico que había creado una app para gente discapacitada me inspiró y me llamó la atención; fue en octubre de 2017”, recordó Agustín. “Hasta ahí era un usuario más, me gustaba la tecnología pero no iba mucho más allá”.
Allí, con 17 años, el joven empezó a investigar qué había detrás de ese mundo que consumía a diario. Hizo dos cursos de programación, empezó a probar, y mirar tutoriales en internet.
“En ese momento en el colegio en la clase de física nos daban fórmulas y problemas y se me ocurrió hacer una aplicación para resolverlos -contó-. Fue más que nada para probar si me salía y obvio la profesora estaba al tanto y me alentó a hacerlo”.
Pero su inquietud no se quedó ahí. Quiso seguir probando todo lo que venía investigando.
“En la escuela teníamos una feria de ciencias en la que yo formo parte de un grupo junto a otros 10 chicos. Presentamos proyectos y competimos en distintas ferias”, comentó.
El invento del joven entrerriano fue presentado con éxito en ferias de ciencia a nivel departamental, provincial y nacional.
“Un día el profesor que coordina el grupo nos contó que estaba practicando windsurf y que al salir de la laguna su traje tenía manchas y puntos blancos por todos lados, y nos explicó que eso era exceso de sal en el agua. A raíz de este problema decidimos hacer un drone que navegue por la laguna, analice el agua y nos brinde información en tiempo real, para así saber el estado del agua y a partir de eso buscar soluciones o pensar qué podíamos hacer”, continuó.
La laguna en cuestión es la Laguna del Pescado, en su natal Victoria. Y la sugerencia del profesor los entusiasmó por partida doble, “para ver si podíamos mejorar el estado del agua, y de paso practicábamos programación”.
“Lo probamos en octubre del año pasado pero teníamos un problema con el diseño de la hélice, que hacía que el drone avanzara muy despacio por la forma de la paleta”, compartió el joven sobre los pormenores de un logro que fue “a prueba y error”. “Perfeccionamos eso y lo hicimos andar más rápido”.
El drone es totalmente autónomo y tiene detectores de sal en el agua, mide la conductividad y cuenta con un peachímetro o potenciómetro, que indica el PH. Y tras confiar que nunca lo tienen “completamente terminado” ya que le hacen modificaciones o mejoras permanentemente, Agustín contó que “lo último que le agregamos es una placa wifi, ya que antes lo hacíamos funcionar con una antena que nos tiraba los datos, pero teníamos problemas con la distancia y ahora lo resolvimos”.
“A partir de allí recibimos la invitación a para participar en la feria internacional de medio ambiente en Concordia y ahí salimos seleccionados para presentar el proyecto en México en mayo del año próximo en la Feria Mecatrónica”, dijo un ilusionado aunque precavido Agustín, que aún no saben si podrán viajar al país azteca debido al gasto de pasajes y estadías que tendrían que afrontar.
“Somos un grupo que trabajamos en conjunto; esto no fue de la noche a la mañana, pasamos mucho tiempo en la escuela, había días que nos quedábamos 12 horas y siempre se nos ocurre algo que mejorarle”, enfatizó.
Agustín acaba de terminar la escuela secundaria y se dispone a pasar el verano en Victoria, junto a sus papás, su hermanita y sus amigos, antes de partir a Buenos Aires, donde se instalará para, a principios del próximo año, comenzar a cursar la carrera de Ingeniería Informática en la Universidad de Buenos Aires.