La inflación, tema hoy central en cualquier mesa, otorga poca oportunidad fuera del necesario como llego a fin de mes. Aun asi, psicólogos y sociólogos analizan esta conducta argentina de llenar bares y restaurantes “pese a todo”, como una salida potable, pertinente a cierta clase social, de la angustia post-pandemia, inestabilidad, etc.
Estos datos parecen aludir a la realidad de ciudades grandes de nuestro país: CABA; Córdoba, Rosario, por nombrar a las tres mayores.
Los indicadores que manejamos en la Asociación Hotelera y Gastronómica pertinentes a la provincia y más ciertamente al río Uruguay, marcan una desaceleración paulatina con un marcado descenso desde el inicio de junio.
El periodo de vacaciones de invierno contribuyó a mejorar esta curva descendente que aún no consigue estabilizar y menos ascender.
Otra versión de realidad es la aportada por las ciudades que comprendemos el cordón de limítrofes, con acceso del turista uruguayo.
En otra nota de opinión, hemos detallado la contribución que hace este público al sector, como así también su espanto por la continua suba de precios que experimenta de este lado del río, lo cual incluye: vestimenta, combustible, electrónica, blanquería y hasta al changuito del supermercado.
Cabe entonces hilar más fino sobre cómo venimos gambeteando la contrastada realidad particularmente, los gastronomicos de Concordia:
La afluencia sostenida se da en restaurantes de comidas rápidas (incluye pancherias, hambuergueserias y pizzerias), restobares y restaurantes clasificados como AB y AA, particularmente en los menú del día, menues fijos y ejecutivos.
Existe una demanda menor, más afectada a la baja, en los cubiertos a la carta.
El mayor grado de rotación es encabezada por bares y cafés con capacidad de incluir snacks, sandwichería, etc.
Es evidente que hablamos del mismo o menor volumen de negocio, sólo que distribuido de otra forma. No hace falta ser economista para entenderlo
Leandro Lapiduz
Pte. AHGC y la región