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Cada 11 de octubre se celebra el Día Mundial del Dulce de Leche, un tradicional alimento que no para de crecer a nivel local e internacional. En el mundo se lo conoce como el World Dulce de Leche Day.

La fecha se celebra desde 1998, cuando el Centro Argentino de Promoción del Dulce de Leche y Afines (Capidya) estableció la fecha para promocionar su producción y consumo y para posicionarlo en todo el mundo como un producto de bandera.

En 2002, el Ministerio de Cultura de Nación impulsó el programa “Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico Argentino” (Resolución SCN 1327/02), donde se buscaba reconocer al dulce de leche como Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico de Argentina.

Según explica el ministerio, el Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico Argentino son las “distinciones culinarias” que “constituyen un patrimonio a identificar, revalorizar y promocionar ante el mundo, en términos culturales pero también en términos de trabajo, economía, procesos artesanales e industriales asociados, recuperación y protección de especies y productos naturales agentes de la biodiversidad, y como recurso turístico”.

En nuestro país, tan solo tres alimentos llevarían el sello de Patrimonio Cultural: el dulce de leche, la empanada y el asado.

El mate y de la yerba, otros dos puntos reconocidos en nuestra cultura, integran la lista de Patrimonio Cultural del Mercosur ya no son “un producto arquetípico de nuestro país y de la región, sino que también fortalece los lazos familiares, de amistad y laborales.”

Sin embargo, pese al reconocimiento por parte del Ministerio de Cultura de la Nación, tanto el origen como el título del dulce de leche generaron una “lucha” entre los países.
La guerra por el dulce de leche
“La guerra del dulce de leche” fue el nombre con el cual diferentes medios internacionales, como la BBC, Sputnik, o ICN, definieron en 2003 al enfrentamiento entre Uruguay y Argentina, cuando la Secretaría de Cultura de la Nación quiso declarar al dulce de leche, el asado y las empanadas, como bienes del patrimonio cultural gastronómico argentino.

Luego de la disposición nacional, Uruguay elevó un pedido a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para que se los considere como productos parte del patrimonio gastronómico del Río de la Plata, ya que su origen es incierto.

En ese momento, el exministro de Educación y Cultura de Uruguay, Antonio Mercader, explicaba en diálogo con ICN que la Unesco acepta a los bienes culturales como una industria que las naciones deben cuidar y defender. Sin embargo, apuntaba que la decisión económica corresponde a la Organización Mundial de Comercio (OMC).

“Un caso paradigmático ocurre entre peruanos y chilenos, con el pisco. Hay un reconocimiento de su enorme valor económico, y ambos países pujan por su origen. Los peruanos dicen que nació en Perú, que es de ellos, pero los chilenos lo han industrializado y lo están vendiendo en el mundo con un lucro muy importante. Me temo que Uruguay corre serio riesgo de sufrir los mismos perjuicios”, explicaba Mercader.

Paralelamente, según lo informado por el mismo medio en 2018, Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay se unieron a la posición uruguaya y proponían un frente común para “frenar la intención argentina de apropiarse de bienes culturales de la región”.

En esta línea, Hernán Patiño Mayer, en ese entonces embajador argentino en Montevideo y actual embajador de Argentina en Hungría, declaraba que era “ridículo pensar que Argentina quiere apropiarse de un patrimonio rioplatense. La resolución habla de patrimonio cultural gastronómico, pero de ninguna manera se pretende que sea exclusivo”.

Finalmente, en abril del 2003, el Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay y la Secretaria de Cultura de la República Argentina acordaron registrar ante la Unesco y la OMC al dulce de leche, el asado y las empanadas, como patrimonio cultural alimentario y gastronómico de ambos países.