“Ahí es donde escucho que querían mi presencia. Me puse en contacto con (Roberto) Niez y me buscó por el Obispado. Venía con nosotros el empresario Walter Kleimann y el padre Jorge Zaballeta”, recordó. Para luego decir que llegaron hasta la sede de CAFESG, donde fueron recibidos por el gobernador, el intendente, el Viceintendente y el ministro Bahl. “Esperamos que llegara una delegación (de agentes) y esto se demoraba, entonces comienzan a llegar avisos de que se había trabado la cosa. No sabíamos muy bien qué estaba pasando. No se aceptaba esa propuesta que primariamente había sido votada”, recalcó.
Fue así que nuevamente el grupo de comerciantes y religiosos emprendieron la vuelta hacia la sede policial, donde tras un breve diálogo con los agentes amotinados se ultimaron detalles de lo que sería el futuro acuerdo y se retomó a bordo de dos vehículos la partida hacia CAFESG.
Consultado sobre cómo fue la reunión por el Jefe de la Unidad Fiscal, José Costa, Collazuol subrayó que se hablaron de cuestiones técnicas de salarios que poco conocía, pero sostuvo que “fue un diálogo fuerte, con mucha vehemencia y un poco acalorado. La presión era más de afuera que interna. No vi gestos de amenazas” y ratificó que algunos policías estaban de civil “y no portaban armas. Si entre los que estaban uniformados las portaban, no puedo dar certezas”.
En ese contexto fue que el Obispo buscó calmar los ánimos y le marcó a las partes “que la ciudad estaba esperando una solución y que bajáramos el tono para llegar a un acuerdo”. Luego de esto se retomó el diálogo que por ese momento se había trabado. “Luego el abogado Medina, que asesoraba a los agentes, me dijo por lo bajo que si se sugería un aumento de $500 en el básico se destrababa”, rememoró Collazuol, diciendo que inmediatamente se lo comunicó a Urribarri, “quien creo que ofreció una cifra de $300 y se acordó”.
Para ese momento ya había entrado la noche y eran alrededor de las 23 horas del lunes. El grupo de agentes que estaba negociando quería volver a la Jefatura para tener el visto bueno de sus colegas. “Fue ahí que les dije que si eso se postergaba, yo mañana no estoy acá”, dijo contundente el Obispo, haciendo hicapié en que esa noche podía haber nuevos desmanes. “Salieron y a los pocos minutos volvieron a entrar. Se redactó y se todos los presentes la firmamos”, graficó.
“Había un deseo grande de que de allí surgiese alguna solución. No se quería que pasara otra noche sin tener una solución. Se hablaba de los riesgos y que podía haber enfrentamientos” sostuvo el religioso. Después de eso se produjo una distención en el clima que reinaba y los uniformados expresaron varias veces que inmediatamente salieran de allí retomarían a las funciones que tenían.
Sobre el final Collazuol recordó que en el acta que firmó y a pedido de los agentes, “una de las cosas que se acordaron era lo de las sanciones. El gobernador dijo que en lo que le correspondía a él no se realizarían acciones contra los sublevados, y cuando plantearon evitar sanciones judiciales, Urribarri les dijo que eso ya no dependía de él y que iban a evaluarlo a la mañana siguiente, pero ahí ya no estuve. En el acta que se firmó lo de las sanciones quedó fijado”.