La continuidad de la audiencia N°48 comenzó a las 16.30, luego de un extenso cuarto intermedio y fue para escuchar la declaración de los acusados Alfredo Imaz, Juan Manuel Rosas y Carlos Zaragoza.

El primero en dar sus testimonios fue Imaz, quien detalló que “ese 8 diciembre entré a trabajar a las 7 de la mañana junto a otros funcionarios más, el Jefe y Subjefe de la comisaría 2°”, y aseguró que en ese contexto “mis jefes apoyaban el reclamo salarial, pero no dejaban de cumplir sus directivas”

Sobre los petitorios entregados, reconoció que “estaba enterado pero nunca participé de la entrega. Yo estaba en el móvil pero no participé activamente de la protesta porque no me siento identificado con esta gente de la manera en que actuaron”, tomando clara distancia de los demás imputados. Al igual que otros acusados, dijo no entender “cómo estoy sentado acá, porque todo esto me da mucha angustia”.

Imaz reiteró que “ese día yo estaba dentro de la camioneta y mande mensaje para ver que hacía (a sus superiores) pero nadie me daba órdenes”. Reconoció que “yo no participé de reuniones, no lo vi a Rosatelli (subjefe provincial), tampoco al ministro Adán Bahl porque como ya dije no me siento identificado”. Deslizó que la causa “es una cuestión meramente política” y que en su caso, como otros, “estamos pagando por otras personas que cometieron los hechos“.

Declaraciones de Juan Manuel Rosas y Carlos Zaragoza

Al igual que el imputado anterior, Rosas y Zaragoza pidieron declarar sin que escuchen el resto de los imputados. En su turno, Rosas afirmó que el día 9 diciembre tendría que estar de franco. Mientras que el 8 (del mismo mes) estaba de guardia en el paraje de la Tortuga Alegre, donde recibe una llamada del oficial Ezcurra que lo llama por teléfono cerca de las 11 de la noche y los puso en conocimiento de lo que estaba pasando en la Jefatura, y que presuntamente en forma de orden le dice que recurra hasta ese lugar.

“Desconozco lo que pasó en la entrada porque no estuve” y sólo recuerda que “más tarde llegó el ministro que es cuando nos hacen ir al salón de acto y ahí un funcionario le entregó un recibo de sueldo”.

Rosas siguió señalando que Bahl “nos informó que él no tenía la autoridad para medir lo que le pedíamos, en ese momento había muchos entredichos, por lo que el ministro se levanta y se va con Rosatelli”, argumentando que “ninguno de los dos nos dijo que estábamos haciendo un delito o que salgamos a trabajar”.

Focalizado ya en el día domingo, enumeró que concurrió a la CAFESG porque el empresario Héctor D´ambros vino a buscarlos “diciéndome que el gobernador me había visto en un medio y que quería hablar conmigo. Por lo que decidí ir a la oficina de la CAFESG juntos a Gerado Gómez y Julio Páez”. Allí se encontró con varios funcionarios, insistiendo con que en las tratativas “hubo entredichos pero sin faltar el respeto, hasta hubo risas en ese momento”, apuntando que “hubo más discusiones entre Bahl y Cresto más que nada, pero por el tema de los número que pedíamos”.

Para finalizar su declaración afirmó que “soy inocente de todos los delitos que se me están imputando, hoy por hoy me arruinaron la vida a mí y mi familia”,  y concluyó en que esperaba verdadera Justicia y que “todo esto se podría haber evitado”.

El último acusado en testimoniar fue el oficial Carlos Zaragoza, quien por su grado da nombre a la causa, manifestando y aclarando que los días 8 y 9 de diciembre estaba trabajando en servicio, además, reconoció que estuvo entregando los petitorios. Que fue allí cuando “en un momento comencé a escuchar gritos de las mujeres”, por lo que se dirige hacia el interior del edificio porque también estaba su esposa. Siempre de acuerdo a su relato, al entrar percibe que ya habían tirado el gas lacrimógeno, “ahí recibí empujones y golpes, el más fuerte fue en la  mano, por lo que empezó a dar golpes para muchos lados. Con ello intentó justificar la acusación de haber golpeado a varios de sus superiores.

Incluso reconoce que tras ello se dirige hacia afuera pero no vio a su esposa, por lo que nuevamente entra a Jefatura para buscarla en el patio interno de la jefatura.

Por último dijo que según sus estimaciones “el golpe que recibí en mi mano me lo dio el  comisario Ocampo, porque él declaró que tenía una cadena” y dijo que el motivo de ese cruce serían “cuestiones personales entre los dos”.