Los padres de la menor narraron que el acusado
"pasa a cada rato por nuestra casa haciendo burlas,
gestos, riéndose y  amenazándonos”


Los padres de una joven de tan solo 13 años se presentaron en la redacción de Diario Río Uruguay con el fin de compartir su desgarrador testimonio y advertir que se sienten “totalmente desprotegidos”.

La historia arranca el pasado miércoles 8 de octubre, cuando la menor de 13 años desaparece de la puerta de su propia vivienda, tras buscarla por sus propios medios “y como parecía que se la hubiera tragado la tierra, nos fuimos a hacer la denuncia en la (comisaría) Octava, pero desde allí nos mandaron a la Comisaría del Menor”. Pero allí tampoco le tomaron denuncia “porque no había nadie que pudiera y nos mandaron a la Comisaría Segunda” relata Luís Araujo, padre de la víctima.

“Luego de seis días de búsqueda, ella aparece el 14 de octubre, fuimos a buscarla al juzgado y al llegar la veo en muy mal estado, toda demacrada, con marcas y cuando me ve se puso a llorar. Entonces, ahí toda la familia, sus hermanos, sus tías, su madre, sus primas tratamos de contenerla. Incluso ella me dijo: ¡Papi, todo lo que me hizo!, entonces yo la interrumpí y le dije que no me contara que hablara de a poco, cuando ella se sintiera cómoda con sus hermanas, con su madre, con sus tías”, agregó Araujo.

Con respecto al ámbito judicial, el padre de la víctima relató que “la joven fue encontrada en la casa de una señora que dio aviso a la policía, pero desconocemos su identidad porque no nos dijeron. El caso está en manos del fiscal Mario Guerrero, quien mando a examinarla y se confirmó la violación, además le hicieron Cámara Gesell donde ella declaró todo lo sucedido, incluso dio el nombre del secuestrador que es Ramón Sebastián Pelayo y mencionó que fueron varios hombres los que la violaron, trasladándola de un lugar a otro para que la policía no la encontrara”. 

A raíz de lo sucedido, “el Juez de Garantías, Ives Bastián, dictaminó el 15 de octubre una restricción para este hombre, donde debe abstenerse de tener contacto indirecto o directo, no puede acercase a menos de 200 metros de la menor, ni de su domicilio por un plazo de 60 días”. Pero de acuerdo a lo que narran desde la familia damnificada, “eso no se cumple, nadie controla nada, la policía de la Octava nunca controla eso, de hecho (Pelayo) pasa a cada rato por nuestra casa haciendo burlas, gestos, riéndose, amenazándonos y también mando dos veces a mi casa a la madre para ver como arreglábamos esto”, a lo que el padre de la menor respondió que “no hay arreglo, voy hasta lo último para que vaya a la cárcel por lo que hizo””, señaló indignado Araujo.

A modo de conclusión, Araujo indicó que “lo último que hicimos fui ir a hablar con el titular de la delegación de Derechos Humanos, Rubén Bonelli, para que nos ayude, nos asesore porque ya pasaron varios días y no veo que la situación cambie”. A lo que se agrega que “mi hija tiene que estar encerrada en mi casa, no va a la escuela, tampoco sus hermanos porque tenemos miedo, de noche no dormimos vigilando. Estamos encerrados y él libre como si nada. No podemos seguir viviendo así”.