Agrandar imagen
En diálogo con Diario Río Uruguay, el concordiense Martín Fernández narró paso a paso cómo fue su arribo al pueblo correntino de San Miguel, a bordo de su camioneta equipada para combatir el avance de las llamas.

Según sus palabras, todo surgió “el día jueves o viernes, cuando estaba mirando información sobre el fuego en Corrientes, que ya estaba incontrolable”. Debido a esto, tomó la iniciativa de “comunicarme con Roberto Zorrilla, del Diario Época, quien me confirmó que la situación era complicada, incluso peor de lo que se mostraba”.

Fue por eso que “le pedí que hiciera de nexo para conectarme con algún cuartel de bomberos, por lo que me contactó con los Bomberos Voluntarios de un pueblito llamado San Miguel, con 7000 habitantes en el centro y 3000 más en zona rural”, precisó.

Al respecto, Martín destacó que “el cuartel local estaba trabajando con una camioneta sin preparar y alquilaba un equipo de ataque al fuego”. Entonces “fue que conecté con Héctor Tosolini, que es el jefe a cargo de los Bomberos Voluntarios” alrededor de las 11:00 – 12:00 de la noche del mismo día, cuando “volvía de apagar un incendio en zona rural”.

Para sorpresa de Héctor, Martín le explicó que “tenía una camioneta, un canasto de 1000 litros de líquido y una motobomba para colaborar” con la situación, motivo por el que “me dijo que vaya, pero que no tenían recursos”. A esto, Martín respondió que “no me importaba, porque si podía colaborar sería a cargo mío” y luego de “preparar todo con mi señora, cargamos las cosas y aproximadamente a las 1:30 salí para este lado”.

Siguiendo con su relato, el concordiense contó que “a Corrientes llegue a las 9 de la mañana y me recibió el intendente”, porque en el lugar “ya tenían preparado donde iba a parar y lo que iba a comer, porque se había armado la bulla de que llegaría un concordiense a brindar apoyo con una unidad”, valoró Martín y destacó que “en el momento salimos a conocer a la gente y volvimos para armar el equipo, porque enseguida se armó un incendio”.
Tareas
Entre otras cosas, en San Miguel, Martín colabora con el cuartel de Bomberos Voluntarios enfrentando los diferentes focos de incendio con “mi camioneta, una Toyota 2006 4x4, un canasto de 1000 litros de agua, una motobomba y 20 o 30 metros de manguera conectados”, según explicó.

Además, comentó que en el vehículo “también llevamos 3 o 4 bomberos encima, con mochilas de ataque y herramientas” adecuadas. Por su parte, el cuartel de bomberos “utiliza la unidad que tienen acá, una camioneta Ranger que no está en condiciones mecánicas, para trasladar más personal arriba”.
La situación de San Miguel
“Este pueblo tiene unos 20-30 kilómetros a la redonda, con muchos espacios forestales, muchos cañales, muchos esteros y lagunas secas”, mencionó Martín y destacó que “el efecto de la gran forestación hace que se succione el agua, quede todo seco y que no haya espejos de agua como en su momento, lo que se evaporaba y generaba las lluvias”, lo que provoca “una gran sequía que impide que acá haya lluvias”.
Es por eso que “se están haciendo napas y perforaciones, para que la gente tenga agua”.
Permanencia
Por otro lado, Martín se refirió a su estadía en el departamento y reconoció que se enfrenta a “sentimientos encontrados”, porque “en Concordia tengo mi comercio, del que mi señora está a cargo y sé que está sobrepasada”, pero “tampoco quiero irme de acá, porque sé que con la camioneta hemos hecho lo que no se pudo y es increíble como salvamos viviendas al llegar a las 3 o 4 de la mañana, por atacar el avance de las llamas mientras la gente sacaba hasta a un señor en sillas de ruedas para que a esa casa no la pase por encima el fuego”.
“Las cañas explotan en el fuego y, con el viento, esas cañas prendidas fuego se trasladan unos 40 o 50 metros a la redonda y ahí es donde se provocan nuevos focos de incendios”, detalló.

En este tiempo, valoró haber “vivido muchas experiencias y haber aprendido mucho”, por lo que “me voy a ir lleno de todo, de la buena gente, de la predisposición de los vecinos, porque llegas acá y te reciben con una bandeja de tortas fritas, preguntan a qué hora llegan los chicos y te aparecen con una fuentada de comida para que comamos”, una “experiencia terrible”.

Asimismo, manifestó que “el reconocimiento de la gente se valora” y “San Miguel me enamoró, por lo que va a ser un punto de volver acá algún día y compartir el amor de la gente, que está muy agradecida y me apodó como el loco de la camioneta”.