Al respecto, su mamá, María Guerrero, contó a Diario Río Uruguay que “realmente fue un mimo para el alma, fue algo que voy a recordar siempre con una sonrisa”. Por que más allá del dolor, “fue un momento muy cálido, muy sencillo y muy lindo porque fue muy íntimo. Tanto por la pandemia y por la situación también porque no ameritaba mucho más”.

Al acto asistieron los compañeros de Francisco, el personal del hospital, unos pocos familiares por lo que “fueron pocas palabras, yo agradecí mucho porque para mí es un honor y orgullo que recuerden a mi hijo de esa manera”.

Cabe recordar que Francisco Guerrero, “Panchi” como lo llama su mamá, era residente de Traumatología en el Hospital Gutiérrez de La Plata desde hacía tres años, cuando en el 2015, en un intento de robo, lo mataron. “En ese momento, con el cambio de vida que uno siente, con el shock y demás, yo sentí que el Estado no lo había protegido”, contó María. “Pasado el tiempo decidí que de alguna manera el Estado tenía que proteger a los chicos que estaban trabajando con él”, agregó.

En este sentido, María recordó que “la residencia del lugar (Hospital Gutiérrez) donde él estaba haciendo su práctica, estaba en condiciones deplorables, un lugar realmente inhabitable”. Es ahí donde “mi lucha, por decirlo así, se encaró en tratar de conseguir que el Estado se hiciera cargo de las reformas del lugar”.

De esta manera, la mamá de Francisco empezó su recorrido, “en ese momento era la gestión anterior de gobierno, hablé con la Ministra de Salud de la provincia de Buenos Aires y con distintos funcionarios que me fueron escuchando y entendieron por qué me metí en esto. Creo que la insistencia, por un lado, y la presión de los mismos compañeros del hospital, hicieron que finalmente, como el hospital tenía pensado una ampliación, se incorporó al presupuesto el área de residencia que no estaba presupuestada y se hizo la reforma del lugar”.

María aclaró que fueron los miembros del Hospital quienes decidieron poner el nombre de Francisco Guerrero a la sala de residentes, señalando que “no era para nada mi objetivo, sino que era mejorar las condiciones de vida de los residentes que bastante hacen y bastante mal la pasan como para encima estar en un lugar inhabitable”.

Por último, María contó que después del acto “visité el lugar que es precioso, luminoso, pacífico, lindo para que estén los chicos, un lugar que para mí es reconfortante”.