Por su lado, Albornoz aclaró que cuando ocurrió el primer hecho vandálico, en el espacio físico correspondientes a los talles de la escuela Nina, se informó a la policía y se acercaran al lugar, hicieron un peritaje pero no se resolvió nada.
“Hoy vamos a la escuela con el miedo de no encontrarnos con nada”, al tiempo que la vice rectora de la institución precisó que no cuentan con un sereno y que gestionar que la policía este presente permanentemente es muy difícil porque no se cuenta con el personal suficiente.
Por otro lado, los talleres siguen funcionando con los elementos que quedaron y recibieron donaciones de palos de hockey de un club deportivo. “Desde el primer robo, tratamos de seguir adelante pero a la semana volvimos a tener otra sustracción”, comentó Albornoz y aclaró que “nos rompieron puertas de los armarios, se comieron las golosinas pertenecientes al kiosco de la institución y los elementos con los chicos realizan sus actividades”.
Con respecto al último hecho delictivo que la escuela Manuel José de Lavardén debió padecer, la entrevistada puntualizó que “en esta última oportunidad creemos que estaban en busca de las computadoras y no las pudieron encontrarlas porque ya las habíamos puesto al resguardo”.
Bajo este contexto, Albornoz señaló que “durante la concurrencia de los alumnos no hay peligro, ya que los hechos ocurren a la madrugada y los delincuentes ingresan y destrozan la escuela en esos momentos”.
Por último, la vice directora expresó que “es muy triste para nosotros, los chicos lloraban la primera vez que les comunicamos que se habían llevado los elementos deportivos”.