Ante esto Bastida le expuso a la Defensora que ella necesitaba la plata justamente para alimentar diariamente a sus hijas, porque en este momento “la comida de mis nenas depende de mi mamá y de mi familia, porque yo trabajo en el arándano pero no es suficiente y teniendo esa plata no quiero seguir dependiendo de nadie”, exclamó Bastida.
La mujer comentó que incluso posee un terreno que le fue otorgado por la Municipalidad de Concordia y presentó un informe detallado de los materiales y de la obra que se realizaría para levantar dormitorios para sus hijas en dicho lugar, sin embargo esto también fue rechazado.
Por esta razón, Bastida recurrió a pedir ayuda en la Delegación de Derechos Humanos municipal, a cargo del profesor Rubén Bonelli, a quien le plateó su problema y logró el compromiso a que tome conocimiento de la situación al Defensor General de la provincia, Maximiliano Benítez, con el fin de que se pueda destrabar el conflicto.