Increíblemente, se confirmó que fue el propio dueño quien lo había incendiado, en presencia de los agentes de tránsito y la Policía. Habían sido justamente estos efectivos y agentes los que lo habían demorado para un control, que claramente no iba a pasar.
El vehículo no solo estaba "flojo de papeles", sino que además su conductor estaba visiblemente alcoholizado y furioso por la multa que recibió, así que decidió prenderlo fuego.
En el lugar, los bomberos hallaron un acelerante a base de hidrocarburos en la parte posterior del vehículo, tirado en el piso.